En la nota del miércoles 5 pasado, explicaba que en relación con el grave problema catalán, que llega a provocar posturas irreductibles e imperiales hasta el extremo de haber sido la causa principal de que muchos votantes se hayan decidido por Rajoy y el PSOE se haya rendido a la derecha, a pesar de todo en realidad el problema no es Catalunya sino España, y lo ocurrido a Piqué me da la razón.
Pique renunciará a la selección española a partir de Rusia 2018 porque se ha cansado de soportar infinidad de rebuznos en forma de silbidos e insultos. Los del último coro de rebuznos en su contra se inventaron que se había recortado la manga de su camiseta para suprimir la bandera de España, asnada que también habían practicado con los calcetines de Puyol y Xavi hace unos años. Unos chicos a quien la afición no les debe casi nada aparte de una Copa del Mundo y dos Eurocopas.
En el caso de Piqué además cuando lo quieren arreglar alegando que hace demasiados comentarios y Tweets, lo acaban de estropear, porque por lo visto Cristiano, Arbeloa, Ramos, Guti, Mourinho y otros charlatanes, nunca dicen nada.
No voy a entrar en detalles de la enorme cantidad de pruebas de profunda estupidez que parte importante del público y prensa de la Roja han demostrado con Pique, sino que doy por sabidas las burradas y lo que voy a hacer es comparar lo que se hace en un país que está todavía por civilizar con un elevado porcentaje de población profundamente estúpida, con otro normal, civilizado y encima con tradición democrática.
Andy Murray es un tenista escocés que ha ido escalando puestos en la clasificación ATP hasta la segunda plaza que ocupa en la actualidad detrás de DJokovic. Antes del referéndum sobre la independencia de Escocia del 2014 se pronunció a favor de la independencia de palabra y a través de las redes sociales, y aunque probablemente recibió algún mensaje ofensivo, no solo no se produjo una reacción masiva e insultante contra su actitud sino que cuando juega en Wimbledon, trofeo que ha ganado este año por segunda vez, el público británico le anima a rabiar, y no digamos en cualquier partido del equipo de Gran Bretaña en la Davis. Repito, al contrario que Pique, Murray no se limitó a acudir a alguna manifestación y a pasearse con su hijo y una bandera por el campo o la pista, sino que dejó bien claro para quien lo quería oír o leer su compromiso activo con la independencia de Escocia, pero tiene la suerte de pertenecer a un país civilizado donde no solo el porcentaje de idiotas es muy bajo, sino que son lo suficientemente listos para pensar que Murray es libre de opinar lo que quiera sobre Escocia, y si encima es capaz de ganar la Davis y multitud de trofeos en nombre de la Gran Bretaña es su gran ídolo. Igualito, igualito que la inmensa multitud de idiotas de este país.
La independencia de Catalunya dejó de preocuparme hace tiempo, más o menos desde que lo que en realidad me preocupa es tener que seguir siendo ciudadano de un país con tantísimo idiota como para que continuemos con un presidente corrupto e inepto porque la mayoría de ciudadanos votan antes contra el nacionalismo catalán que contra la corrupción masiva y la liquidación de la separación de poderes. Eso sí, nos quieren mucho.