Dionisio (en la mitología griega) o Baco (en la mitología
romana), era hijo de Sémele y de Zeus y fue educado por las musas. Dios del
vino y del placer, estaba entre los dioses más populares. Los griegos dedicaban
muchos festivales a este dios telúrico, y en algunas regiones llegó a ser tan
importante como Zeus. A menudo lo acompañaba una hueste de dioses fantásticos
que incluía a sátiros, centauros y ninfas.
Cuando era joven recorrió
Grecia y Asia Menor hasta que llegó de nuevo a Argos y quiso acercarse a la
isla de Naxos. Para ello contrató los servicios de unos piratas tirrenos. Los
piratas fingieron aceptar el trato pero en lugar de conducirle a Naxos pusieron
rumbo a Asia con el fin de venderle allí como esclavo.
Dioniso se dio cuenta y con ayuda de su poder transformó los
remos de la nave en serpientes, llenó el barco de hiedra y después hizo sonar
unas flautas invisibles. Finalmente paralizó la nave entre enramadas de parra.
Los piratas, enloquecidos y asustados, se arrojaron al mar y una vez allí se convirtieron en delfines, cuyas almas seguían siendo de piratas, pero piratas arrepentidos. La leyenda dice que por eso los delfines acompañan y salvan a los náufragos, porque son aquellos piratas que quieren expiar su culpa. La historia se propagó y así el poder de Dioniso fue reconocido por todo el mundo y el dios pudo ascender a los cielos después de haber terminado su tarea en la Tierra.
