El otro día me encontré con una de las neurólogas infantiles más brillantes que han pasado por el hospital. Hemos sido compañeros durante muchos y nuestras vidas se han visto marcadas por muchas adversidades y sinsabores. Hay momentos de desesperación y de impotencia; admiro a los tienen la convicción religiosa de que estamos de paso en este mundo para llegar a otro mejor. Al encontrarnos dijimos casi al unísono: “Amig@ mi@ sigo pisando mierda” creyendo que esta expresión demostraba tener mala suerte o los hados adversos. Pero no, por lo visto pisar mierda en una señal de buena suerte. Lo corrobora el inmenso Joan Manel Serrat en su canción “Toca madera”. Ahí va: