Poco a poco el espíritu guerracivilista quiere silenciarnos propulsado por populistas, extremistas de ultraizquierda y nacionalistas que con sus crecientes escraches impiden la libertad de expresión e incluso la académica: los matonismos que anteceden a las dictaduras.
En numerosos ayuntamientos y en los distritos que gobierna Podemos, como en Madrid, sus militantes organizados en turbas acosan a los concejales opositores amenazándolos con agredirlos mientras les llaman a gritos fascistas y asesinos.
En las universidades se impiden actos ya no de información política, recuérdese el escrache de Pablo Manuel Iglesias y los suyos a Rosa Díez, sino académicos y didácticos.
Ocurrió el pasado día 25 en la facultad de Psicología de la Autónoma de Madrid con la exposición de un exitoso programa educativo en las guarderías israelíes que iba a dictar el profesor Haim Eshach, especialista mundialmente famoso en la enseñanza de ciencia y tecnología a los preescolares.
Una horda con carteles y banderas a favor de Palestina impidió su intervención por ser israelí, pero, sobre todo, por ser judío.
El perenne antisemitismo se manifiesta en estas acciones impulsadas por el “movimiento BDS”, acrónimo de boicot, desinversiones y sanciones contra Israel.
La inmensa mayoría de esas tropas destructivas tiene a alguien que depende de alimentos, medicinas, cirugías, máquinas, móviles o programas informáticos creados en Israel o por judíos, y ellos mismos no sufren poliomielitis, que dificultaría sus acosos, gracias a la vacuna del judío Jonas Salk.
Ahora, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) quiere impedir que el respetado hispanista Stanley G. Payne, pronuncie una conferencia en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Ceseden) sobre “El camino hacia el 18 de julio”: la memoria zapaterista, madre del podemismo, exige ocultar una investigación equilibrada, sin bandos.
-------
SALAS