Revista Cultura y Ocio
Tanto delito tiene que el pregunta como el que responde.
«¿Qué te apetece comer, cual me pongo, cual prefieres, vamos aquí o vamos allá, te gusta así o será mejor asao…?» De dónde vendrá tan pertinaz indecisión. Será eso, ¿que en el fondo da igual? Pues no pierdas mas tiempo: «pito, pito gorgorito», a voleo. Se acabó seguir perdiendo el tiempo con decisiones intrascendentes.
Luego está el recurso de devolverle la cuestión al que te pregunta:
«El que tú quieras, el que te parezca mejor, el que más rabia te de, qué más me da que me da lo mismo que me da igual» Y el otro te odia porque en el fondo está aún más perdido que tú.
¿Por qué será, amigos?, ¿porque está tu cerebro ocupado con alguna otra cosa?, valdría la pena averiguar de qué se trata. ¿O por pura indolencia?, esto habría también que hacérselo mirar. Hay que estar en lo que se celebra. Vuelve de donde quiera que estés y haz el favor de tomar partido. O dispara sin más: «el de la derecha, el blanco sin duda, patatas, amor mío…» todo menos es-tirar la duda hasta el infinito como si no hubiera más que hacer, con la cara de tonto correspondiente.
He aquí pues otra perla baroniana: Caso de no saber ya no hay duda que valga, ni un segundo que perder. En caso de indecisión, que equivale a la falta de visión o puntería, prímese la velocidad sobre la imprecisión. Escoge siempre la opción de la derecha.
Pero cual, ¿su derecha o la mía?
La que quieras…
Ella dirá, o lo pensará, que es parecido: «Ay mi José Luis, qué claro lo tiene todo siempre»