Pitar contra cualquier himno español, incluyendo los de las CC.AA., como pisotear o quemar sus banderas está legalmente penado como agresión a quienes los tienen como símbolos propios.
Pero son actos que rara vez se persiguen. Son muy comunes contra lo que representa España en comunidades con nacionalistas, donde sus autores se ocultan entre sus masas de simpatizantes.
Tras desaparecer la Copa del Generalísimo de fútbol con su muerte, esta competición anual se transformó en Copa del Rey, y si en la final participan Barça o Athletic de Bilbao, los nacionalistas le pitan al monarca, al himno, y queman banderas españolas.
En 2009 se sumaron las aficiones de ambos clubes y el griterío fue más potente que los 120 decibelios de estruendo de la megafonía, como un reactor a poca altura, con la que la Real Federación de Fútbol pretendía taparlos.
Los vivas a Franco de los forofos del Barça sonaron igual de fuertes en nueve celebraciones de la Copa del Generalísimo, las mismas que el Athletic bilbaíno. El Real Madrid logró sólo seis, y el siguiente, el Atlético de Madrid, cuatro.
La plataforma Catalunya Acciò reclamó para este año, en Mestalla, Valencia, una “pitada monumental” contra España como reivindicación de la independencia unilateral. Gran parte de los aficionados del Barça siguió la consigna.
La independencia está apoyada también por el Barça, algo que muchos de sus aficionados no catalanes desconocen.
Ahora bien: si algún inconsciente silba en cualquier lugar contra el Els Segadors o el Eusko Gudariak, o quema banderas catalanas o vascas, posiblemente lo lincharán los nacionalistas más cercanos.
Y si sobrevive, la guardia civil lo entregará a algún Juez para la Democracia que lo acusará de acosador y le impondrá prisión incondicional durante meses, hasta el juicio, mientras el delincuente de al lado saldrá para dormir en su casa.
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SALAS