Hace no mucho tiempo ya predije que el cine actual está cambiando. Los que antes fueran jóvenes guionistas y directores son hoy en día ya maduros padres y madres de familia. Sus fuentes de inspiración y sus influencias claramente se encuentran en aquellas experiencias que les marcaron en sus años adolescentes que coinciden con la mágica década de los ochenta. Es muy probable que no conecten al cien por cien con el público joven actual más interesado en otro tipo de propuestas más modernas, pero no obstante tienen algo importante a su favor y es que han crecido con las innovaciones tecnológicas y conocen todo aquello que tiene tufo a éxito seguro. No solo poseen y han vivido lo mejor del pasado sino que también se están quedando con lo mejor del presente. Hollywood lo sabe y decide apostar a caballo ganador o por todos aquellos que con su experiencia pueden guiarlos. Para ello cuenta la gran industria cinematográfica americana con los más modernos efectos especiales adecuados a las nuevas demandas, es decir al servicio del entretenimiento.
Adam Sandler es un reconocido defensor de la sublime década de los ochenta, como prueban los muchos ejemplos que pueblan su filmografía ¿Quién no recuerda la fiesta revival que se marcaba al lado de sus amigos homenajeando a estos años en la película Niños Grandes 2?
En esta oportunidad se alía con el gran Chris Columbus, director de clásicos tan importantes como Señora Doubtfire o Solo en casa, para traernos una historia en donde los verdaderos protagonistas son los míticos videojuegos arcade de las salas recreativas entre los que cabe destacar títulos tan conocidos como Donkey Kong, Pac-Man o Centipede. Ellos son los causantes indirectamente en el pasado y directamente en el presente de que la Tierra pueda ser invadida por una horda de terribles extraterrestres.
Un flashback muy del gusto del cómico americano ¡qué ganas siempre de querer mostrarse como niño! nos informa que estos juegos habían sido enviados al espacio exterior buscando respuestas a la pregunta del millón, ¿de verdad estamos solos en el universo o hay más vida inteligente?, para luego situarnos unos años más adelante dando una contestación en forma de ataque alienígena.
Me encanta la idea, pues es original a rabiar, me gusta el desarrollo que se le da a la misma pero Pixels no me acaba de convencer. Hay algo que falla algo que le falta y que deja a este largo cojo, algo que podría haber hecho de Pixels una gran película. El espíritu ochentero está, los adolescentes dominados por las hormonas con las chupas vaqueras tan de moda por aquella época y toda la caracterización que lo acompaña también pero echo de menos un guión más elaborado, una comedia más inteligente con unos diálogos más logrados pese a que Adam Sandler esté por medio. Los personajes son muy planos y muy típicos incluyendo sus acciones, siempre esperadas. Tenemos a la joven guapa que acaba enamorándose del héroe de turno aunque al principio lo odie, al niño sabelotodo al que le ocurren todas las desgracias, el malo malísimo que se convierte en bueno buenísimo tras cambiar ¡nada! y los frikazos de siempre con sus manías y excentricidades de costumbre. Entran en escena Kevin James y Josh Gad al que este mismo año ya hemos visto lucir palmito como cómico en El gurú de las bodas.
Junto a ellos no pueden faltar los cameos de turno esta vez representados en las figuras de la tenista estadounidense Serena Williams y un actor que interpreta al creador del juego Pac-Man, el profesor Toru Iwatani en una tierna escena del film.
No son tampoco una novedad los temas musicales que salpican todo el film incluyendo una actuación en directo de uno de los valientes defensores del planeta o la marchosa y cañera canción We will rock you de Queen así como algunas escenas calcadas de otras películas de culto como Independence Day con la llegada de la nave nodriza o la visita a la Casa Blanca.
No puedo decir que Pixels aporte nada nuevo al cine pero al menos parece que han intentado hacer algo original esperando que se recuerde dentro de unos meses cuando salga en DVD y se puedan disparar sus ventas en el mercado doméstico. Solo falta que maduren un poco más el producto y que no se dejen convencer por las productoras en cuanto a la fecha de salida pues las prisas nunca son buenas compañeras de trabajo. El periodo estival es una buena época para sacar este tipo de producciones ya que la familia, potencial consumidor de este tipo de películas, tienen más vacaciones y más tiempo para ir al cine con lo que la taquilla la semana del estreno será muy importante. No obstante a la larga los resultados no serán los deseados pues la coincidencia de títulos similares hará que sus ingresos mengüen ¡viva la sana competencia! ¡muerte al buen cine!