Creo que la fiesta de San Valentín debería suprimirse, no porque tenga nada contra el santo o con la propia fiesta, aunque prefiero la tradición catalana de las rosas y los libros, sino por la inmensa cursilada que provoca.
Una de las varias pastelerías muy recomendables de Gracia tiene hoy su escaparate lleno de unos horrendos pasteles en forma ¡cómo no! de corazón, que están recubiertos de una crema de color ¡cómo no! rosa, y en letras marrón oscuro llevan escritos dos nombres y varios dibujos de ¡cómo no! corazones.
Como que les conozco he entrado para recomendarles añadir al pastel un angelito rechoncho tocando el violín a cada lado y otro encima a modo de Cupido lanzando una flecha. ¡Sería precioso!. Afortunadamente se lo han tomado con sentido del humor, que gracias a Dios es frecuente entre la gente de Gracia.
Por si la cursilada se extiende le he dicho a mi hija que en la farmacia y de cara al San Valentín del próximo año pregunte al distribuidos si hay pastillas de Viagra y de anticonceptivos en forma de corazón y a poder ser de color de rosa.