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Hace mucho que no me siento a ver un capítulo entero de los Simpsons, y no hace falta, a veces con una secuencia ya tienes material para pensar un buen rato, como el otro día. En aquel episodio los maestros de la escuela del pueblo se declaran en huelga, la asociación de padres de alumnos lo resolverá buscando voluntarios que impartan las clases hasta que el conflicto termine.Un técnico de la central nuclear se ofrece a cubrir la clase de ciencias. Para ilustrar su explicación utilizará un cochecillo con ruedas que arrastra por el suelo, uno de los niños de la primera fila lo mira embobado hasta que le interrumpe para pedirle prestado el juguete. El improvisado profesor se niega diciéndole:— “Lo siento, pequeño, no te lo dejaré porque yo lo disfruto en muchos más planos que tú…”
Me quedé muerto. Explicaba muy bien la humana sensación de que se pude disfrutar aún más de las cosas, las experiencias y hasta de las personas. Cómo se hará eso, ¿podemos hacer algo al respecto; alterar el grado de disfrute de la vida en general?Todo se entiende mejor con ejemplos. ¿Has probado a ir a la opera sin conocer el libreto del título en cuestión? Yo soy un gran defensor de la traducción simultánea en estos espectáculos. La música de Wagner sonará igual entiendas o no lo que se esté diciendo, pero si lo entiendes estarás disfrutando la experiencia de manera más completa. Hacerte con el argumento y el libreto de la opera depende de ti.Hace algún tiempo me propuse ir al Bulli, el restaurante de Adriá, y lo conseguí. Preparé la experiencia con mimo, estudié la historia y la figura del cocinero de manera que cuando llegara el día toda mi sensibilidad pudiera sentarse también a la mesa sin perder ni un ápice de aquello; pude distinguir muchas de las técnicas usadas en aquel menú… tomé notas, hice fotos, diseccioné cuanto pude un evento que terminó por grabarse a fuego en mi memoria.Por el contrario, la semana pasada acudí a un concierto en el Honky Tonk de Madrid, tocaba un grupo haciendo tributo a Deep Purple, es algo que ocurre allí todos los últimos viernes de mes. Invité en el último momento a acompañarme a dos amigos que no sabían de que iba. Al contrario que yo, no tenían expectativa alguna, pero disfrutaron, vaya si disfrutaron, de una manera espontánea y desprevenida.“¿Te gusta?”, pregunto yo a veces, “pechee…”, me contestan a menudo. No me da la impresión ni de que te guste gran cosa, ni de que estés mordiendo la experiencia con todos tus dientes ni en el sitio que corresponda.
Planos de la experiencia, de la vida, grados o niveles de conciencia, profundidad de paladar, paleta de colores, sensibilidad… ¿Viviremos en blanco y negro, en color, el alta definición, en tres dimensiones? Qué grado de detalle seremos capaces de soportar de algunas cosas. Quiero por lo menos ser yo quien lo decida. Y tú, qué quieres tú, ah, ¿el juguete?, si es solo para jugar no lo necesitas, ni es tampoco hora de eso.
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