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Placeres reales: reyes, reinas, sexo y cocina - Toti Martínez de Lezea

Publicado el 08 enero 2011 por Esperanza Redondo Morales @esperedondo
Placeres reales: reyes, reinas, sexo y cocina - Toti Martínez de LezeaPublicación: Madrid: Maeva, 2008
Descripción física: 164 p.: il.; 25 cm.
ISBN: 978-84-96748-70-5 
CDU:613.88:929.731(4) / 641.55(083.12)
Signatura: 613 MAR pla
MI PRIMERA "TOTI VEZ"
Hace unas semanas llegó a mis manos, gracias de nuevo a una buena amiga lectora, un libro; con él ha sido con el que me he estrenado leyendo a Toti Martínez, de la que no había oído hablar hasta hace poco. Por lo que había oído, tenía entendido que "la Toti" se dedica sobre todo a la novela histórica, así que di por hecho que este libro también pertenecería a este género, aunque ya sabía que era un poco diferente a los demás; pero como aparte de eso mis expectativas no iban mucho más allá porque como digo no había leído nada de esta mujer, no esperaba del libro nada en especial, lo cual a veces es una ventaja.
Estructura
En el caso de este libro no podemos hablar de un argumento o una trama lineal, ya que ésta realmente no existe. Por el contrario, cada uno de los capítulos que lo componen es completamente independiente de los demás. En lo que sí coincide cada uno de ellos con el resto es en que la estructura es la misma para todos:
* Una frase introductoria al personaje en cuestión, que siempre comienza con las palabras "de cómo...".
* Una ilustración del susodicho.
* La historia o anécdotas relacionadas con él, algunas de ellas incluyendo una poesía.
* Varias recetas intercaladas entre el texto.
En cada capítulo, Toti nos cuenta anécdotas de cada uno de los personajes; si son reales o no, eso ya no lo sé... Me refiero por supuesto a reales ciertas, ya que reales de la realeza sí que lo son, como su título indica.
Los personajes que nos retrata la autora son conocidos por su afición tanto a la buena cocina como a la buena cama, y de cada uno de ellos nos hace un pequeño resumen de su vida, haciendo hincapié en sus aventuras tanto culinarias como sexuales, e intercalando entre este resumen algunas de las posibles recetas que dicho personaje pudo catar en su día.Esto es de mi propia cosecha y posiblemente me equivoque, pero tengo la sensación de que Toti ha querido retratar a personajes históricos e influyentes, y al mismo tiempo acercarnos más a ellos; y nada mejor que hacerlo relatando las diversas anécdotas enfocándolas desde aspectos que al resto de los mortales nos resultan tan familiares como la comida y el sexo.

Personajes


Ahora sí, vamos con cada uno de ellos; pongo la frase introductoria que utiliza la autora con cada personaje, que hay algunas que no tienen desperdicio. De igual modo, por si a alguien le interesa, indico también cuáles son las recetas que aparecen en cada uno de los capítulos.
Mesalina
De cómo Mesalina yació con media Roma convirtiendo a Claudio en el mayor cuclillo de la historia.
Parece ser que la tal Mesalina tenía un apetito sexual de lo más desmesurado. Cuando se casó con el entonces senador y posteriormente emperador Claudio, él era ya bastante mayor y ella aún muy joven, y me imagino que no le darían al mambo todo lo que a Mesalina le habría gustado. Así que ella, ni corta ni perezosa, no dudaba en ponerse a tiro, o directamente tirarse, a todo bicho viviente; además hacía a pelo y a pluma, con lo cual lo tenía bastante fácil e incluso se atrevía a competir con prostitutas, a las que ganaba. Como ejemplo, una competición erótica que organizó en su propia casa, donde las prostitutas de Roma enviaron a su mejor "ejemplar", a la que Mesalina venció ampliamente por nada menos que 200 polvos a 25. Tela...Al final Mesalina acabó bastante mal, mandada asesinar por su marido, que estaba hasta la toga de llevar cornamenta y sobre todo de las traiciones de su esposa. Es que ya se sabe que el poder corrompe...
Las recetas que acompañan a este capítulo son albóndigas de calamar, salchichas romanas y setas Afrodita.
Carlomagno
De cómo Carlomagno, rey de la cristiandad, utilizaba el espadón con igual brío en la guerra que en el amor.
El emperador debía de ser el fan número uno del dicho "haz el amor y la guerra", porque le daba a las dos cosas a partes iguales y además al mismo tiempo, ya que mientras se iba por ahí a guerrear se llevaba con él a sus mujeres. Tuvo nada menos que veinte hijos reconocidos, así que a saber cuántos ilegítimos dejaría por el mundo...
Lo más curioso de todo esto es la habilidad que tenía este pollo para procrear, porque era un hombre muy religioso y, por aquella época, la iglesia no permitía tener relaciones sexuales de jueves a domingo (en honor al martirio y resurrección de Jesucristo). Además Carlomagno, más chulo que nadie, añadió de su cosecha prohibir las relaciones el lunes por ser el día de conmemoración de los difuntos. Así que sólo le quedaban libres el martes y el miércoles, siempre que no fuera Cuaresma o alguna fiesta de guardar; con lo cual o se pasaba las normas de la iglesia (y las suyas) por el forro, o tenía una puntería que ya quisieran muchos...
En este capítulo se incluyen las recetas chuletas de cordero con avellanas, congrio a la cerveza y leche de almendras.
Abderramán III
De cómo Abderramán III, primer califa de Córdoba, se lo montó con las diez mil huríes de su harén, o eso le habría gustado.
De todos es conocida la fama de los harenes que tenían en su haber los sultanes árabes. Nuestro personaje parece que no le tuvo nada que envidiar al anterior, y como además de unas diez mil mujeres, no tenía tantas restricciones con las fechas en las que podía cumplir con sus compromisos amatorios, tuvo veintisiete hijos.Abderramán III se encaprichaba y desencaprichaba de sus esclavas cada dos por tres, pero se enamoró locamente de una de ellas, Zahra, en honor de la cual mandó construir el famoso palacio de Medina Azahara. En este caso, las recetas que nos acompañan son calabacines con garbanzos, alcachofas con almejas y sueños terrenales.
Fernando el Católico
De cómo Germana de Foix intentó que se le empinara a Fernando el Católico, y sólo lo logró a medias.
Por lo visto, el marido de nuestra reina Isabel I, conocida como "la Católica", no era ni de lejos tan puritano como su mujer; de hecho parece ser que estaba bastante salidorro y claro, como "la Isa" no estaba por la labor cada dos por tres, sino únicamente para engendrar, nuestro Nando aprovechaba la coyuntura para desfogarse con cualquier moza que se le pusiera por delante. Eso sí, en su favor hay que decir que cumplió con sus deberes maritales y le hizo a la reina cinco hijos; aunque claro, también tuvo unos cuantos ilegítimos.Después de quedarse viudo, Fernando volvió a casarse y se pasaba el día atiborrándose de criadillas, supongo que por aquello del famoso dicho "de lo que se come se cría". Pero por más empeño que puso no consiguió embarazar a su segunda mujer, Germana de Foix; y no sólo eso, sino que dicen las malas lenguas (o quizá no tan malas) que la muerte del rey se debió precisamente a un empacho de criadillas...
Las recetas que acompañan este capítulo son sopa de Eva, erótico de pulpo y, cómo no, ceviche de criadillas o testículos de toro.
Enrique VIII
De cómo Enrique de Inglaterra provocó un cisma religioso por un asunto de bragueta que no resultó como él esperaba.
Este rey se lleva la palma en cuanto a escarceos amorosos, y de hecho estuvo casado seis veces; vamos, casi tantas como Liz Taylor... Con 18 añitos se casó en primeras nupcias con Catalina de Aragón, que precisamente era hija de nuestros Reyes Católicos. Pero a Enriquito le dio un calentón de los buenos con Ana Bolena, y se obsesionó con ella y con hacerle un hijo varón que heredara el trono (la pobre Catalina no conseguía rematar). Y no dudó en repudiar a su primera mujer, separarse de la iglesia de Roma y crear su propio chiringuito religioso.
Pero como los calentones ya sabemos cómo son, cuando a Enrique se le pasaron los ardores y encima vio que la Bolena tampoco le daba un hijo varón y después de varios abortos quedó incapacitada para engendrar, el rey no dudó en cortarle la cabeza y casarse con Jane Seymour, que murió de parto y a los pocos días fue acompañada por el hijo al que había dado a luz. Después de ella hubo unas cuantas esposas más, que acabaron o divorciadas o en el peor de los casos decapitadas. La única que sobrevivió al monarca fue la última, Catalina Parr, que encima no tuvo que soportar a Enrique en la cama porque el pobre ya estaba para el arrastre.
En este caso, las recetas que aparecen son langosta con salsa de limón, miel y canela, rosbif y el famosísimo bloody Mary.
Enrique de Navarra
De cómo de tanto meter y sacar, Enrique de Navarra y de Francia acabó siendo conocido como "el Verde Galante".
Otro Enrique más (aunque no tan conocido como el anterior), también muy aficionado a esto del "mete y saca", como decían los protagonistas de La naranja mecánica. Ese señor al parecer era más feo que un demonio, pero eso no le suponía ningún impedimento a la hora de retozar con mujeres ricas, pobres, nobles, campesinas, solteras, casadas y hasta monjas. En total tuvo (que se sepa) nada menos que 42 amantes, y por su afición a los polvos fue por lo que todo el mundo acabó bautizando al futuro rey de Francia como "el verde galante".
Las recetas correspondientes a este capítulo son garbure, un plato típico francés, ensalada de berenjenas y melocotones al cardamomo.
Luis XIV
De cómo el rey Sol pasaba las noches a la luz de la luna para contentar a tanta dama deseosa de ser marquesa.
Este frey francés, que ya desde su nacimiento fue distinto a los demás mortales porque según se cuenta nació con todos sus dientecillos ya de serie, parece que vivía únicamente para la comida y para el folleteo, mientras el pueblo llano se moría literalmente de hambre.Luis XIV tenía "solamente" un séquito de diez mil personas a su servicio, cada uno de ellos con una función tan específica como despertar al rey, sostenerle la palangana mientras se lavaba, servirle agua en las comidas, etc. Y además de gobernar, este rey se pasaba la vida en la cama (no durmiendo precisamente) y de comilona en comilona. Luisillo fue bastante longevo, lo suficiente como para sobrevivir a todas sus esposas, amantes, hijos y nietos; de hecho, quien a su muerte heredó el trono francés fue el único bisnieto que todavía vivía.
Las recetas para este capítulo son pastel de mariscos, pularda con trufas y delicias de naranja.
Catalina la Grande
De cómo a Catalina la Grande la casaron a los quince años con un idiota y ella se sacó la espina hasta casi los setenta.
A esta mujer, de origen polaco-alemán (nació en la región de la Pomerania), la llevaron a Rusia con quince años para casarla con el zar Pedro. Al parecer Pedro no sólo era idiota, sino que por lo visto no era capaz de cumplir con sus deberes conyugales porque aquello no se levantaba ni a la de tres; así que Catalina se ocupó de buscarse la vida con numerosos amantes que pudieran engendrar un hijo al que Perico reconociera como suyo para que pudiera ser heredero al trono.
Por lo visto a Pedro le operaron más tarde para solucionar su problemilla, pero a esas alturas los esposos se tenían ya tanta manía que Catalina le dijo que verdes las habían segado; ya tenía ella la vida resuelta con sus escarceos amatorios, y él también, cada uno por su lado... Parece ser que esta reina se lo tomaba todo bastante a guasa, y de hecho circula una leyenda urbana que sostiene que Catalina murió de un ataque de risa. Ahí es nada...
En este caso encontramos las recetas correspondientes a sopa de remolacha a la polaca, cadera de ternera Orloff e higos de amor.
Napoleón
De cómo Napoleón, de no comerse una rosca siendo soldado, pasó a comer docenas de ellas al llegar a emperador.
Dicen que Napoleón sintió una fascinación absoluta por su esposa Josefina, aunque eso no le impidió aprovechar, siempre que podía, para ir detrás de cualquier falda. Por lo visto era tan fogoso que durante su noche de bodas con Josefina la debió de elevar al séptimo cielo, porque la muchacha pegaba tales berridos que su perro, pensando que Napoleón la estaba matando, la emprendió a bocados con él y casi le arranca un muslo.Como los dos se querían mucho pero eran infieles por naturaleza, cada uno por su lado se apañaba como podía. Los escarceos de Napoleón debían de resultar de lo más romántico, porque por lo visto un ayudante seleccionaba a las mujeres, las llevaba a la cama, les ordenaba desnudarse y esperar tumbadas, y el emperador llegaba, aquí te pillo aquí te mato, y se acabó. Vamos, como si fueran muñecas hinchables.
Para este capítulo tenemos ensalada al corso lujurioso, ceviche de corvina "éxtasis" y mousse de chocolate y café.
Isabel II
De cómo Isabel II de España alegró su mustio lecho conyugal con la interesada colaboración de un buen número de caballeros.
El último personaje es nuestra otra reina Isabel, la segunda, que no tenía nada que ver con la católica ni por asomo. Cuando tenía 16 años, la casaron con su primo Francisco de Asís, al que le gustaba igual la carne que el pescado; de hecho la reina se escandalizó cuando la noche de bodas lo vio aparecer por el dormitorio con un camisón que por lo visto llevaba más lazos que el de ella. Y parece ser que la noche de bodas no se llegó a consumar, no se sabe muy bien por qué motivo.
Nuestra reina se embarazó doce veces y tuvo infinidad de amantes, desde el general Serrano hasta cantantes, nobles, militares... De hecho se duda de que Alfonso XII fuese hijo de Paquito, aunque no hay ninguna certeza sobre si era hijo de su dentista, de un ingeniero o vaya usted a saber de quién... Con razón el pueblo llano, cuando estalló la Revolución Gloriosa, gritaba aquello de "Abajo la Isabelona, tan fondona y tan golfona"...
Las recetas de este último capítulo son paté de faisán a la gaditana, pollo a la canela de la reina y crêpes Suzette.

 

Conclusión


Me ha gustado mucho este libro. La lectura me ha resultado muy amena, y de hecho lo leí en unas tres horas más o menos. Y además gracias a Toti he descubierto aspectos y anécdotas que no conocía de estos personajes.
Otro aspecto que también me ha gustado en este libro es que la autora lo ha escrito de una forma muy campechana, y además bastante graciosa, intercalando sus propios comentarios o reflexiones entre la historia, y refiriéndose al sexo con la mayor naturalidad del mundo. El detalle de las recetas que se incluyen en cada capítulo resulta bastante simpático, y de hecho hay algunas de ellas que me han llamado la atención como para plantearme el prepararlas un día de estos; no porque sean afrodisiacas, que siempre he sido muy escéptica en ese sentido y me parece que si tienes ganas da igual lo que te comas, y si no las tienes también. Pero sí hay alguna receta que me ha parecido bastante curiosa.Si te gusta la historia y te apetece leer algo planteado de forma diferente, conocer anécdotas sobre algunos personajes, y además echarte unas risas, seguro que este es tu libro. Si esperas una novela histórica en toda regla, probablemente te decepcionará. En cualquier caso, creo que merece la pena darle una oportunidad porque a mí me ha sorprendido bastante, y además para bien.

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