Revista Cultura y Ocio

Plagiar la tesis

Por Bcmt

Plagiar la tesis
Ya comentaba hace días que esto del doctorado es importante, incluso en España. Pues en Alemania, más. Un artículo del escritor Fernando Aramburu nos relata la caída reciente de varios políticos, entre ellos dos posibles sucesores de Merkel, por haber… plagiado su tesis doctoral. Ser doctor es un título muy prestigioso allí y no solo lo intentan obtener los típicos investigadores y profesionales del mundo académico, sino cualquier persona que quiere engrandecer su currículo y perfil. El problema es que hacer una tesis lleva su tiempo, si ya lo decía yo el otro día. Y la tentación de plagiar es demasiado fuerte. Al fin y al cabo, entre 300 ó 700 páginas ¿quién puede darse cuenta de que hemos copiado este parrafito de aquí y este otro de allá? Suele suceder que el que plagia mide mal y no se limita a unas líneas o páginas. Acaban siendo capítulos enteros.    Tal y como explica Aramburu, esta era digital es peligrosa y va a delatar a más de uno, en todos los ámbitos. En Alemania hay empresas dedicadas a estudiar el plagio y a rebuscar aquí y allí el cuerpo del delito. Lo localizan, lo presentan a la universidad que otorgó el título y a ésta le toca organizar una comisión que comprueba si efectivamente la tesis es copiada o no. En caso afirmativo, despojan al sujeto del título de doctor, que es algo tan doloroso —imagino— como que te quiten los galones militares.    Ahora he aquí lo que me parece grandioso: ¿se imaginan ustedes dimitiendo a uno de nuestros políticos porque se compruebe que ha plagiado su tesis? Sí, ya sé que hay pocos doctores entre nuestros políticos. Pero, con un poco de fantasía, imaginen que todos estos hubieran presentado 500 páginas de investigación en algún sitio, sobre derecho procesal, literatura, matemáticas… y que ahora se comprobara que lo habían copiado del vecino o de wikipedia. ¿Qué pasaría? Nada, por supuesto. El político de turno comparecería y dejaría caer una perla como “No voy a estar dándole vueltas a este asunto, porque si no, no acabaríamos nunca”.
Para leer el artículo de Aramburu, pinchar aquí

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