¿Plan B o cambio de ciclo?

Artículo escrito por Xavier Margalef

Suele pasar que después de los grandes duelos las tertulias y los blogs de fútbol se inundan de análisis y opiniones sobre el partido, los planteamientos de ambos equipos, los cracks y la influencia de las decisiones del árbitro. Habitualmente, las críticas o los elogios las dirige el signo del marcador.

Se han jugado ya dos de los cuatro clásicos que podremos disfrutar en la fase final de la temporada y Guardiola sigue fiel a su estilo de juego. Nada nuevo. Luis Aragonés dijo “las finales no se juegan, se ganan” a lo que el técnico azulgrana, ante su primera final en Mestalla en 2009 respondió: “Yo me pregunto cómo se ganan sin jugar”. El Barça practica un fútbol que casi nadie está capacitado ni siquiera para imitar y tiene a los mejores jugadores para desarrollarlo. Han llevado el modelo a la excelencia futbolística y uno sólo puede asistir a sus partidos como el que se sitúa ante una gran obra de arte, observa y disfruta.

Pero en el fútbol como en la vida, nada es eterno y el Real Madrid fichó a base de talonario al que se considera el mejor entrenador del mundo. No será el más simpático, amable ni un hombre de club pero no hay que negarle al portugués su enorme capacidad para preparar los partidos, la fidelidad personal y táctica que consigue de sus jugadores y el pragmatismo de sus planteamientos donde prevalece la victoria al estilo o identidad del club. Si a todo ello le sumamos la previsible lealtad al estilo de los azulgrana, Mourinho se ha convertido en el antídoto que los madridistas necesitaban.

Con un empate en liga – con sabor a victoria para ambos equipos – y el triunfo merengue en la Final de la Copa del Rey, el Real Madrid ha dado un vuelco anímico a la situación. El doble duelo de Champions se convierte ahora en más trascendental de lo que ya era en sí. De salir victorioso Mourinho, sería una cornada importante al único equipo capaz de discutirle su estilo y el punto de inflexión para los que abogan por el cambio de ciclo. Si ganan los azulgranas, el cómputo de una nueva final europea y el más que previsible título de liga sería un magnífico rédito para la temporada.

Ante ello cabe preguntarse cómo afrontará Pep Guardiola la eliminatoria. Lo más probable es que siga jugando de la misma manera. Por nombres y características de los jugadores, por dimensión de la plantilla y falta de fondo de armario, por principios y coherencia con una ideas. En definitiva, por falta de plan B.

El once inicial del Barça incluye a ocho campeones del mundo, al mejor jugador del mundo y al mejor (o, si se prefiere, al segundo) lateral derecho del mundo. Es lógico pensar que un once de estas características sea complicado de mejorar. Pero donde se comprueban las carencias de este equipo es cuando nos fijamos en el banquillo. Probablemente no sea cuestión de cantidad ni de calidad. Hombres de la talla de Abidal (aunque ahora no pueda participar), Mascherano, Adriano o Keita son vitales durante el transcurso de una temporada. Pero en el vestuario azulgrana faltan jugadores que puedan cambiar el ritmo de un partido. El Barça de Rijkaard que ganó la liga en la temporada 2004/05 dispuso de Iniesta como jugador nº13, igual que sucedió, ya en la era de Guardiola, con Pedro – Pedrito en esos tiempos – en la temporada 2008/09. Incluso el fichaje de Ibrahimovic planteaba variantes tácticas que podían crear dudas en el rival.

Es cierto que el fichaje de Villa puede haber enterrado el culebrón de la delantera azulgrana pero el desgaste del equipo y el alto coste económico que ha supuesto acertar con el perfil ha generado unos daños colaterales que afloran en el momento clave de la temporada.

Quizás ahora no sea el momento para que Guardiola se plantee estos asuntos pero, independientemente del resultado de la eliminatoria, el técnico azulgrana debería haber tomado nota ya de estas cuestiones y el club estar trabajando para que la temporada siguiente no signifique la confirmación de un cambio de ciclo.