Revista Comunicación
Lo mejor que se puede decir de Plan de fuga es que detrás de un título que dice poco, hay cine de género del bueno, sin pretensiones, pero también sin concesiones. Un cine que me recuerda esa estupenda serie B de los años 50, en blanco y negro, sin glamour, sin grandes presupuestos, pero también concisa y muy eficaz. Con una narrativa admirable, el director y guionista Iñaki Dorronsoro mantiene el pulso sin desviarse ni un centímetro de un guión muy bien armado, inteligente en sus soluciones, y en el que una escena lleva a la otra sin fisuras. El argumento, la historia de un ladrón experto en la técnica del butrón, destaca por su manejo de los tiempos -no decae en ningún momento- por su dibujo de los personajes, perfectamente retratados en pocos pero precisos trazos, y por los giros inesperados que esconde: incluso los que consigues anticipar sorprenden por cómo se dosifica la información. Dorronsoro -esta es su segunda película- firma un texto redondo, prácticamente perfecto, que él mismo pone en imágenes, aunque su planificación sea más bien funcional: también es verdad que evita excesos visuales que puedan entorpecer el desarrollo de su historia, puntuada por frases de diálogo que marcan el montaje. Plan de fuga es una película de atracos como muchas que hemos visto, pero que no cae en los convencionalismos. Sus protagonistas, predominan los roles masculinos, son antihéroes cuya principal características es la eficiencia en sus respectivos trabajos: policías, criminales, mafiosos y el protagonista, un silencioso butronero experto en la lanza térmica. Esa profesionalidad de los personajes, lleva a la película detenerse en los procedimientos, lo que hace que este film sea tremendamente verosímil. También resultan creíbles sus actores, empezando por el principal, un Alain Hernández que aguanta el tipo de forma sobresaliente -hace de tío duro en una película de diálogos directos pero efectivos- frente a dos talentos como Luis Tosar y Javier Gutiérrez. Robusta y masculina, Plan de fuga es un thriller de acción que esconde una película de personajes. Nos cuenta una historia clásica de policías y ladrones, pero eso no impide que extraigamos un discurso sobre lo humano, sobre cómo lo que hacemos no es necesariamente lo que nos define como personas, pero también sobre lo difícil que es cambiar, sin importar el lado de la Ley del que esté cada uno. Muy recomendable.