Estas navidades, como casi todos los años, las hemos pasado en mi tierra, nos han dado para mucho, fijaos si han dado que nos hemos hecho una escapada "de novios", sí, de las de sin niño. Así que mientras Eric disfrutada jugando con animales varios, saltando en los charcos o haciendo rosquillas, nosotros nos dedicamos a redescubrir Mérida.
Con poco tiempo y sin haber planeado absolutamente nada, fuimos haciendo sobre la marcha... Lo primero fue asegurarnos un techo donde dormir, y vaya techo! pero esto ya os lo cuento otro día. Justo llegamos a la hora de comer, y sin buscarlo nos encontramos con este tesoro, el restaurante Tabula Calda; cocina tradicional extremeña, todo elaborado con productos de la tierra y verduras de su propia huerta, y sobre todo con una atención amable y cercana, con lugares así se puede presumir de la comida Extremeña; además, como opción más económica contaban con menú del día.
Después de comer había que ponerse en marcha y bajar las migas, y sin haber desplegado el mapa de repente El Templo de Diana.
Pero con tan poco tiempo había que priorizar, así que nuestro objetivo era visitar el Teatro Romano. Este se encuentra en un recinto cerrado en el que también se halla el anfiteatro. En invierno se puede visitar hasta las 18:30 horas, para poder acceder existe una entrada única que sirve también para el resto de principales monumentos de Mérida.
Ya sin luz de día y con los monumentos cerrados, ha pasear se ha dicho, para esto lo mejor es la calle Santa Eulalia, llena de tiendas y mucho ambiente.
Caminando cruzamos la plaza España y llegamos hasta el Puente Romano, que de noche y con niebla parecía estar envuelto en un alo de misterio.
Después de tanto patéo, ha reponer fuerzas; Merida tiene buena fama en esto de comer de tapas, lo mejor es preguntar a cualquiera y dejarte llevar por las recomendaciones.
Al día siguiente, amanecimos más bien tarde, entendednos, que tu retoño no te despierte a las siete de la mañana diciendo "mamá ya he dormido bastante" no nos pasa muy a menudo.
El siguiente lugar a visitar en nuestras prioridades fue la Alcazaba Arabe; lo mejor, bajar al aljibe, aunque también os recomiendo subir a la muralla, desde allí hay unas bonitas vistas del puente romano y de parte de la ciudad.
Después de ver el puente desde las alturas, quisimos acercarnos más, así que bajamos al Paseo del Guadianilla, con este paisaje no me extraña que viésemos mucha gente que salía a pasear o a correr, ¡yo quiero un paseo como este al lado de casa!
De esta forma tan bucólica fuimos llegando al medio día y con ella nuestra última oportunidad en este viaje de disfrutar de la gastronomía de Mérida, así que reservamos mesa en el restaurante Rex Numitor, y parece que nos despedimos a lo grande; platos deliciosos con sabores de la tierra, pero con una elaboración vanguardista, muy recomendable. Eso sí avisamos que aquí no hay menú low cost.
Hasta aquí la crónica de nuestra escapada "de novios" a Mérida. Pero nos sobraron tickets así que tendremos que " hacer el gran esfuerzo " de regresar en otra ocasión, ¿nos recomendáis más rincones que visitar?
- Existe la posibilidad de realizar visitas guiadas en el Teatro y Anfiteatro.
- Si no os da tiempo de visitar todos los monumentos incluidos en la entrada, no os preocupéis, guardadla porque no caduca.
- Página oficial de turismo de Mérida