Revista Belleza
Antes de comenzar con la entrada me gustaría disculparme por mi ausencia de la semana pasada. Como os habrá sucedido, el inicio de curso ha entrado en mi vida como una tormenta tropical, arrasando todo a su paso y repartiendo mierda en todas direcciones. Por eso, entre control de daños y reconstrucción de infraestructuras no he sido capaz salir de mi Nueva Orleans personal para cumplir con mi programación de entradas, hecho por el cual he de pediros perdón.
Por otra parte, como muchas sabréis, el viernes terminó el sorteo y estoy pendiente de publicar la lista de participantes con vuestros números. Si los astros se alinean, podré tenerla lista para pasado mañana aunque me gustaría realizar un cambio en el programa establecido para el sorteo. En principio, pensaba resolver el sorteo con el número de la ONCE del viernes 27 pero, puesto que dos días me parecen insuficientes para solventar los errores de participación, lo voy a atrasar al domingo día 29. Es un pequeño cambio que yo creo que no le molestará a nadie pero que va a facilitar que se resuelvan adecuadamente todas las incidencias.
Y una vez dicho esto, vamos al lío porque tengo mucha faena potinguil acumulada y me gustaría hablaros de todas mis novedades antes de que sean más viejas que Matusalén.
Algunas ya sabréis, pero por si acaso, os cuento de nuevo que el lunes pasado avancé un año más en el calendario de mi vida y cumplí los 31 (o 30 Plus, como prefiero llamarles). Por desgracia, entre todo el jaleo del comienzo de curso, la cifra, que un acompaña, que era lunes y que me bajó la regla, los 31 me cayeron como una jarro de agua fría y no he andado de muy buen humor hasta hace unos días, cuando dejó de llover en San Sebastián y cuando empecé a disfrutar de los regalitos que me habían hecho.
El primero que me cayó fue de parte de mis padres y es del que os voy a hablar en esta entrada. Se trata, nada más y nada menos, de las famosísimas planchas GHD que valen un riñón pero te dejan una melena que ni la Carbonero.
La verdad es que poco tengo que decir de ellas aparte de que estoy en éxtasis y que ahora me plancho el pelo hasta para irme a la cama sólo por el mero placer de usarlas. Además, hace años que les tenía echado el ojo y eran mi proyecto de inversión para el primer sueldo que cobrara, lo que pasa es que como éste se resiste a llegar, mi madre acabó adelantándose a mis planes, cansada ya de verme penar con unas Babyliss que más que planchar por calor parecían hacerlo por presión.
Como veis en las fotos, se la plancha que me han regalado pertenece a la última colección de planchas, la colección Jewel, siendo la generación V de stylers. Las hay en cuatro tonos, azul, rosa, morado y esmeralda, que es el que me cogí yo y viene con un cepillo muy majo a juego. La única pega que le he visto es que esta edición viene sin funda para guardarlas y, aunque mi amiga Lorena me decía que a ella le parece prescindible, yo la he echado mucho en falta, sobre todo para guardarlas en casa y que estén bien protegidas.
Al final, como soy muy cabezona, me compré la funda aparte, también de la casa GHD, muy mona ella y perfecta para guardar esta joyita sin que se raye, coja polvo o sufra un desafortunado incidente de micción masculina por reposar inapropiadamente demasiado cerca del inodoro en el suelo del váter.
Eso sí, dado el precio de las planchas me parece un poco de mala baba hacerte pagar la funda aparte (y lo peor que fue encontrarla porque estaba totalmente agotada tanto en su web como en las peluquerías). Bueno, el caso es que ya las tengo en mi poder, con funda, cepillo y todo y ya le he dicho adiós a la época de los Bad Hair Days.
Hasta pronto y un besazo enorme, gracias por estar ahí.