Admirado Capitán le escribo esta carta en condiciones físicas deplorables. Las ojeras me llegan hasta las encías y mis niveles de energía están muy, muy bajos. Aunque duermen bastante bien intentó teclear suave para que mis dos lechones, Mr.A y Mr.T, no se despierten. El Experimento Sperman ha sido todo un éxito y hemos dado en la diana…dos veces. Mi protocolo de actuación no estaba actualizado para este escenario y voy improvisando sobre la marcha. Quiero expresarle mi malestar por la falta de ayuda y de respuesta que estoy recibiendo por su parte. Después de que naciese el segundo hijo me quedé unos minutos esperando a ver si dentro de la hembra había algún manual de instrucciones. Y nada. Menuda faena.
Mis hijos deben tener un cuarto en sus genes de lechuza ya que es por la noche cuando se dedican a vivir la vida loca. El gran problema es la desincronización. La hembra terráquea, que quiere mantenerse en el anonimato, y yo hemos creado un protocolo estándar para sobrevivir al advenimiento de los mellizos. Si funcionase sería infalible. En teoría es sencillo:
Poco antes del biberón ella observa si los bebés han hecho sus cosas de bebés, no quiero ser escatológico Capitán y por eso no empleo la expresión “heces blandas amarillo verdosas”; mientras esto ocurre preparo un biberón con una harina que trae de todo (y cuando digo de todo es de todo) que le digo yo que si se lo bebe un atleta antes de los Juegos Olímpicos da positivo en dopaje seguro. Es una cóctel que trae:
-Varios tipos de vitaminas, algunas desconocidas hasta ahora. K, D, B, C… parece el Scrabble. Pido vocal.
-Fósforo, cobre, manganeso, selenio, yodo….la mitad de la tabla periódica terráquea esta en ese bote.
-Nucleótidos: Con ese nombre tienen que alimentar seguro, es lo que toma Zeus para desayunar.
-Biotina: Es el componente primigenio del suero que transforma a Steve Rogers en el Capitán América.
-Taurina: Es lo que lleva el Red Bull, y es lo que básicamente y por decirlo de una manera elegante, me está jodiendo por las noches. La Taurina es una provocación. Invita a la fiesta. Si a un adulto le da alas imagínese usted a dos bebés. Cara de colocados tienen.
El excipiente está formado por kriptonita, carbonita y Cacaolat.
Una vez preparado el biberón en el dispositivo destinado a tal efecto se lo voy dando a uno de los especímenes mientras Raquel Lubiáns Filgueira nacida el 24 de septiembre de 1979; hija de Raimundo y Ana, y firme defensora del anonimato como he señalado antes, procede a cambiar a la segunda unidad. Es lo que se llama trabajo en cadena, con eslabones fuertes y definidos que ríase usted de Henry Ford.
Comprobación/Cambio/Biberón/Eructo/Sueño (X2).
¿Qué podría salir mal? Pues bien, las cosas no salen como uno las planea. Durante el día y hasta las diez de la noche todo va sobre ruedas, la zona fantasma se produce entre las 00:00 hora zulú y las 06:00.
Para empezar los chavales aún no saben ni siquiera que son chavales; no tienen control sobre sus funciones principales así que se hacen sus cosas encima cuando les entran ganas. Como un borracho. Y eso puede pasar dos o tres veces en el transcurso de media hora lo cual retrasa el trabajo en cadena. Lo que sí puedo decir es que nuestros bebés tienen alma de historiador. Cada vez que se les cambia el pañal rinden su particular homenaje al Manekken Pis, ese niño belga que mea en posición chulesca. Capitán, no es agradable que te meen en la cara y menos de sorpresa. Podríamos aplicar esa técnica como tortura a nuestros prisioneros de guerra, hasta tengo un nombre: Golden Rain.
04:30. Hemos dormido por parroquias y no hemos avanzado mucho. Un análisis de la situación confirma que estamos nosotros más meados y más cansados que ellos. Lloran un rato, comen, eructan y vuelven a hacer sus cosas; los tumbamos en la cama, se duermen, y a los cinco minutos…¡bang! se despiertan de nuevo, hacen pequeños sonidos guturales que estoy casi seguro de que significan “Algo me está tocando los huevos, pero no te lo voy a decir hasta que lo adivines”. Al menos son considerados y no rompen a llorar de golpe, van avisando. “Papi, no duermas que allá voy”.
05:15. Son las cinco y cuarto. Vomitan un poco, pero no les pasa nada. Eructo número dos. Lloran de nuevo. Primero uno, lo cambiamos y se relaja; en cuanto uno acaba empieza el otro. Perfectamente sincronizados. Ni Gemma Mengual.
05:45. Los bebés hacen una mueca que parece una sonrisa y se te pasan todos los males, pero en realidad sabes que es solo una contracción involuntaria de los músculos que “parece una sonrisa”, así se lo hago saber a mi mujer que responde a esa información con una mirada asesina y un simple y amenazante: “Sí que es una sonrisa”. Me callo porque las hembras terráqueas recién paridas y con sueño son una granada sin anilla, así que guardo silencio. El bebé me eructa en la cara y un espeso chorro de nucleótidos y vaya usted a saber qué me mancha la camiseta. Los adoro. Son tan pequeñitos.
05:52. Es la hora de lo que he bautizado como el biberón Carabás. Es a las seis de la mañana y es por vicio.
A las seis se quedan dormidos como pequeños mamuts en su cueva. Ovugirl y yo estamos muy cansados, pero sonreímos satisfechos. Me preparo un biberón para mí , a ver si la taurina me repara un poco.
—¡Al fin!— le digo acostándome a su lado.
— No digas eso no vaya a ser que…
Un sonido gutural de preaviso rompe la magia.
¡La felicidad era esto!
Bebés terráqueos reproduciendo el final de Rocky III