A la sombra de una profusa arboleda a las afueras de Atenas
se sentaba Platón arrullado en su inmaculada túnica,
hablando con otros ciudadanos privilegiados sobre
La Belleza, Lo Bueno, El Ser:
dos kalon, dos agathon, dos piernas.
Profundos, filosóficos temas
que gente educada ha mamado
durante más de dos mil años.
Pero los esclavos? Los esclavos derramaron su sangre
en los viñedos y bancales quemados por el sol,
en los muelles de la flota del mar Egeo,
en las minas de sal y los molinos de grano, por doquier
donde la suerte era muerte
y la esperanza esposada con cadenas
sufrieron los esclavos y murieron olvidados como animales
para que Platón y los otros hijos de los ricos
pudieran sentarse con manos puras en la Arboleda
y filosofar profundamente sobre
La Belleza, Lo Bueno, El Ser ...
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