Revista Cultura y Ocio

Platón y el mito de la caverna

Publicado el 16 julio 2014 por Albilores @Otracorriente

caverna

El mito de la Caverna, que Platón incluyó al principio del VII libro de la República, es considerada la más célebre alegoría de la historia de la filosofía. Se trata de un texto que alberga muchas enseñanzas y que podría ser muy valioso en nuestra descarnada sociedad intelectual. Su importancia se debe tanto a la utilidad de la narración para explicar los aspectos más importantes del pensamiento platónico como a la riqueza de sus sugerencias filosóficas. La explicación metafórica, realizada por el filósofo griego, sobre la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento; así, a través del conocimiento podemos captar la existencia de los dos mundos: el mundo sensible, al que se accede a través de los sentidos, y el mundo inteligible, sólo alcanzable mediante el uso exclusivo de la razón.

Platón describe en el diálogo un espacio cavernoso, en el cual se encuentran un grupo de hombres, prisioneros desde su nacimiento por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza –casualmente una situación muy comparable con nuestro modo de vida, cuyas cadenas podrían ser el sistema de trabajo, las necesidades inducidas que provienen de hábito al consumo, el dinero que nos esclaviza, etc. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de cercanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al exterior. Por el pasillo del muro circulan hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver.

Estos hombres encadenados consideran como verdad las sombras de los objetos y, debido a las circunstancias de su prisión, se hallan condenados a tomar únicamente por ciertas todas y cada una de las sombras proyectadas ya que no pueden conocer nada de lo que acontece a sus espaldas, lo que nos advierte del peligro de dar por ciertas todas las cosas que nos dicen, sin tomarnos la molestia de averiguarlo por  nosotros mismos.

Continúa la narración Platón contando lo que ocurriría si uno de estos hombres fuese liberado y obligado a volverse hacia la luz de la hoguera, contemplando, de este modo, una nueva realidad. Una realidad más profunda y completa ya que ésta es causa y fundamento de la primera que está compuesta sólo de apariencias sensibles. Una vez que ha asumido el hombre esta nueva situación, es obligado nuevamente a encaminarse hacia fuera de la caverna a través de una áspera y escarpada subida, apreciando una nueva realidad exterior (hombres, árboles, lagos, astros, etc. identificados con el mundo inteligible) fundamento de las anteriores realidades, para que a continuación vuelva a ser obligado a ver directamente “el sol y lo que le es propio”, metáfora que encarna la idea de Bien.

La alegoría acaba al hacer entrar, de nuevo, al prisionero al interior de la caverna para “liberar” a sus antiguos compañeros de cadenas, lo que haría que éstos se rieran de él –corrige a un necio y lo harás tu enemigo-. El motivo de la burla sería afirmar que sus ojos se han estropeado al verse ahora cegado por el paso de la claridad del sol a la oscuridad de la cueva. Cuando este prisionero intenta desatar y hacer subir a sus antiguos compañeros hacia la luz, Platón nos dice que éstos son capaces de matarlo y que efectivamente lo harán cuando tengan la oportunidad, con lo que se entrevé una alusión al esfuerzo de Sócrates por ayudar a los hombres a llegar a la verdad y a su fracaso al ser condenado a muerte. Esta reflexión es particularmente interesante puesto que, y sobre todo en las sociedades como la nuestra, aquél que osa enfrentarse al sentir general, por mucho que sea en beneficio de esa mayoría, corre el riesgo de ser destruido por esos mismos que probablemente acabarán siendo beneficiados gracias a su esfuerzo y rebeldía, casos tenemos y muchos a lo largo de la historia.

Nada más terminar la narración del mito nos cuenta Platón, por boca de Sócrates, qué representa cada una de las imágenes que se exponen en él. Corresponde a las sombras y a los hombres que las producen el mundo que percibimos por los sentidos o mundo sensible; y la hoguera al sol que todo lo ilumina y nos permite ver. La ascensión al exterior de la cueva figura el ascenso al mundo inteligible, mundo en el que se encuentra la idea de Bien representada por el sol.

Ambos mundos son reales, pero el inteligible posee más entidad siendo fundamento de todo lo sensible. Pertenecen a este mundo las esencias o ideas y, de entre ellas, la idea de Bien es fundamento de todas las demás ideas y por consiguiente de lo sensible.

La importancia que Platón concede a la educación, algo que nos vendría muy bien a nosotros en estos momentos, está encarnada en todo ese periplo a través de los grados del conocimiento que realiza el protagonista de la historia. Una formación a cargo de los más sabios que han de iniciar todos los ciudadanos y que completarán en la medida de que estén capacitados para el conocimiento.

El personaje es continuamente obligado a ascender en los grados de conocimiento porque, como dice el propio Platón al terminar de narrar la alegoría, el saber es costoso y no suele hacerse de buena gana, incidiendo en la idea del esfuerzo para obtener resultados.

La única obligación de la que habla Platón en su política es de una obligación moral de todos los ciudadanos para que asuman con responsabilidad el deber de educarse lo mejor que puedan conforme a su capacidad por mor del mejor bien de la polis, lo que quiere decir que cada persona es responsable del detrimento o el bienestar de la sociedad en que vive, no sólo quien gobierna.

Platón es consciente de que muy pocos son capaces de llegar al más alto grado de conocimiento por lo que advierte que han de desempeñar la función de gobernar, en un gobierno que debe temporal y rotatorio, los que más hayan accedido al mundo inteligible por medio del pensamiento, los más brillantes e inteligentes para que la sociedad mejore y evolucione, esto es, lo contrario de lo que estamos haciendo ahora


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