El pasado verano disfrutamos de unas vacaciones espectaculares en Galicia. Entre unas entradas y otras en el blog, intentando que sea más o menos variado en cuanto a destinos, se nos han ido quedando pendientes muchos de los estupendos lugares que visitamos y, sobre todo, disfrutamos ¡Se nos acumula el trabajo!
No era nuestra primera visita, pero sin dudarlo queríamos volver. Volver a disfrutar de la espectacular Playa de las Catedrales (Praia das Catedrais), que con su marea baja deja desnudos a los acantilados de mil formas singulares que configuran una estampa que a todos gusta. Pasadizos, arcos, recovecos…
Lo primero, ubicar este bonito y atractivo lugar. Para ello tenemos que viajar a la provincia de Lugo y situarnos en la Costa de la Mariña Lucense. Entre los municipios de Foz y Ribadeo se encuentra este lugar, concretamente pertenece a la parroquia de A Devesa (si pincháis en el enlace del final de la entrada de "Ubicación en Google Maps" encontrareis las coordenadas GPS, para planificar vuestro itinerario en función del lugar del que vengáis). Este destino está casi lindando con el Principado de Asturias, así que si alguno estáis por la zona occidental asturiana podéis hacer también una escapada a esta maravilla natural.
Lo segundo, improvisar una visita a La Playa de Las Catedrales sin tener en cuenta los horarios de mareas sería una equivocación. Si queréis disfrutar de unas vistas y un paseo en el que se divisan esos acantilados mágicos característicos del lugar, es imprescindible consultar a qué hora la marea está baja.
Sólo en ese momento se puede bajar a su arena y perderse entre sus rincones. Esto se produce únicamente dos veces al día, la hora depende de la temporada y varía constantemente. Por ello, os dejamos aquí un enlace para que las consultéis y así podáis planificar la visita y disfrutar del lugar en todo su esplendor. Cuando hay mareas vivas, la marea aún baja más y las vistas pueden ser más espectaculares, pero más cortas, porque tanto las subidas como bajadas se suceden de una forma más rápida.
Por supuesto, que un lugar así y que solo es visitable en dos momentos puntuales del día, hace que en temporadas altas, como puede ser el verano, cuando uno se asome desde el mirador que hay piense que el nombre de Las Catedrales venga más que por los acantilados por la procesión de gente que se ven como hormiguitas desde la alturas formando hileras.
Pero es que es normal, a todos nos gusta lo bonito ¿no? Y pocos los afortunados de tener vacaciones fuera de temporada. De hecho, uno lo puede empezar a pensar cuando va en el coche y tiene que aparcar. Existen dos aparcamientos habilitados. Uno más cercano que el otro de la playa, están señalizados. Nosotros directamente optamos por el más lejano e ir dando un paseo antes que meternos en toda la multitud.
Imaginamos (porque no lo hemos podido comprobar) que fuera de temporada, si encima la bajamar coincide con la caída de la tarde, tiene que ser una experiencia totalmente mágica para disfrutar de un romántico, o fotográfico, paseo.
Para los que no conozcáis este lugar, no se trata de una playa al uso, la sombrilla, la toalla y demás no tienen sentido. El baño está prohibido (al menos en nuestra visita) en la zona que da al mar abierto, aunque con la bajada del mar, quedan pozas de azules diferentes, entre turquesas y marinos en las que los visitantes aprovechan para refrescarse.
Rincones idílicos en los que si eres capaz de aislarte de la multitud te parece estar en un recóndito paraje exótico. Y otros rincones que parecen un parque de atracciones donde los niños y algunos adultos animados aprovechan algún pequeñito acantilado para tirarse a una de esas pozas que el mar ha dejado en el camino.
El tema es que el tiempo que dure tu paseo depende del ritmo de la marea. Multitud de socorristas estarán pendientes para ir avisando a los visitantes cuando la marea empieza a subir. Y mientras esto ocurre, uno es testigo en primera persona de cómo el paisaje va cambiando en cuestión de minutos, como lugares por los que pasaste caminando normalmente, ahora cubren tus empeines de agua o te toca dar algún saltito por encima de una roca. También, desde arriba, puedes ir observando como el agua poco a poco empieza a cubrirlo todo. Es muy importante que siempre sigáis las indicaciones del personal que está allí para velar por la seguridad de todos, el mar es traicionero.
La playa de las Catedrales, llamada así popularmente, a pesar de que su nombre original es Aguas Santas, es un arenal de 1.400 metros de longitud. Una playa de arena fina blanquecina. En las paredes de las rocas multitud de moluscos descansan hasta que vuelva el agua a cubrirlos, pequeños mejillones, chiquititos percebes, enganchados esperando que de nuevo llegue la humedad. Allí, al final, todos los seres vivos dependemos de las mareas.
Considerada una de las playas más espectaculares del mundo, y entre las primeras de España y Europa, un año más en el ranking de la página de Tripadvisor, este rincón sorprende. Cuando la naturaleza se propone dejarnos con la boca abierta sabe cómo hacerlo, y aquí puso su granito de arena, nunca mejor dicho.
… Dicen que los acantilados que forman arcos, esquinazos, cuevas y pasadizos, desde la distancia, recuerdan a los elementos arquitectónicos propios del gótico. Así, la Playa de las Catedrales se desnuda dos veces al día para exhibir toda su belleza para dejar que la toquemos, que la vivamos… Solo un rato, el suficiente para que, como nos ha pasado a nosotros, la próxima vez que pases cerca del lugar, busques los horarios de la marea para acercarte a su orilla, perderte entre todas esas rocas mágicas que pasan tantas horas bajo el mar. El atardecer, plena mañana, verano, invierno, cada momento con su propio encanto.
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