No conozco el año en que se disparó la instantánea que generaría la postal de Garcìa Garrabella, pero recuerdo los edificios -desaparecidos hace ya años- frente a Correos y Telégrafos -entonces todavía existía telégrafo- y la ubicación de Jovellanos casi en el centro de la plaza del Seis de Agosto. Sorprende que no se vea un solo automóvil; aunque mis recuerdos sean en blanco y negro -como dije otras veces en este mismo espacio- no faltaban los Seat 1.200, el “cuatro-cuatro” y los antiguos taxis negros con una banda lateral verde, color de la costa de la que Gijón es orgullosa capital. Como decíamos ayer, han cambiado poco las cosas en estos años -escasos en cualquier caso- siendo objetivo, eso sí, el envejecimiento del cuerpo con achaques y limitaciones en las que ni siquiera pensabamos mientras correteabamos entre las vendedoras de verdura y los carros que bajaban de Somió.