Revista Insólito

Plegaria por un autómata difunto — Mohsin Hamid: Exit West

Por Lbartolessi
Plegaria por un autómata difunto — Mohsin Hamid: Exit West

Referencias a la Tecnología en la novela de Mohsin Hamid, Exit West

Las refe­ren­cias a la Tecnología en Exit West, la nue­va nove­la de Mohsin Hamid, no fal­tan. De hecho es uno de los temas cen­tra­les y las "puer­tas" no son sino una metá­fo­ra en cla­ve mági­ca de la abo­li­ción de la dis­tan­cia que la Tecnología ha hecho posi­ble. Pero en nin­gún momen­to, a pesar de su pre­sen­cia inva­si­va cons­tan­te, ocu­pa el pri­mer plano de la narra­ción. No se hacen valo­ra­cio­nes abs­trac­tas ni se for­mu­lan tesis, sim­ple­men­te se rela­tan viven­cias. Todo lo que Mohsin Hamid nos dice en Exit West sobre la Tecnología y sobre sus efec­tos, nos lo dice a par­tir de las pro­pias viven­cias de los per­so­na­jes, de sus pro­pias tomas de con­cien­cia y de sus pro­pias acti­tu­des de resis­ten­cia o de abandono.

Vivir inmer­so en un mun­do rebo­san­te de Tecnología no es dife­ren­te de vivir en una ciu­dad en gue­rra o en un cam­pa­men­to de refu­gia­dos asal­ta­do por la poli­cía. Todo esto for­ma par­te del ambien­te en el que uno se desen­vuel­ve, lleno de opor­tu­ni­da­des que hay que inten­tar apro­ve­char y de ries­gos con­tra los que es nece­sa­rio pre­ca­ver­se. Como hace Saeed cuan­do borra todas las apli­ca­cio­nes super­fluas del celu­lar y deja solo los mapas que nece­si­ta para orien­tar­se en la ciu­dad, la apli­ca­ción de astro­no­mía que uti­li­za para orien­tar­se en el cie­lo que explo­ra con un vie­jo teles­co­pio here­da­do, y las fun­cio­nes de comu­ni­ca­ción y men­sa­je­ría que le sir­ven para orien­tar­se en el uni­ver­so social y afec­ti­vo, y deja fue­ra todo aque­llo que sir­ve más bien para des­orien­tar. Precauciones que no difie­ren mucho en esen­cia de la túni­ca negra con la que Nadia se cubre para evi­tar ser moles­ta­da por los hom­bres o con la reti­cen­cia del mis­mo Saeed en con­su­mar el acto sexual dema­sia­do pron­to. Porque tam­bién el cuer­po entra­ña ries­gos, no menos que el gad­get cibernético.

Ventanas sobre el otro

El celu­lar y las redes socia­les son con mucho las Tecnologías de las que más se habla en este libro de Mohsin Hamid. Lo que es lógi­co pues­to que son obje­tos que for­man par­te más que cual­quier otro de la expe­rien­cia inme­dia­ta de los pro­ta­go­nis­tas. Se habla de como Saeed lo usa como apo­yo en sus explo­ra­cio­nes de cie­lo noc­turno con un vie­jo teles­co­pio here­da­do. De la espe­cial impor­tan­cia que tie­ne para los jóve­nes de su gene­ra­ción como signo de iden­ti­dad y como aper­tu­ra al mun­do en una ciu­dad cerra­da por la gue­rra y por el peso de tra­di­cio­nes ancestrales:

Los telé­fo­nos esta­ban colo­ca­dos entre ellos con las pan­ta­llas hacia arri­ba, como los revól­ve­res de dos fue­ra de la ley en coloquio.

Se habla del mun­do mági­co al que sus ante­nas dan acce­so y del duro con­tras­te entre este mun­do y la peno­sa reali­dad de la ciu­dad en gue­rra. De la desola­do­ra situa­ción que se pro­du­ce cuan­do las auto­ri­da­des deci­den inte­rrum­pir las líneas tele­fó­ni­cas y de Internet:

Privados de la ven­ta­na sobre el otro y sobre el mun­do pro­por­cio­na­da por el telé­fono, y con­fi­na­dos en sus res­pec­ti­vos apar­ta­men­tos duran­te el toque de que­da noc­turno, Saeed y Nadia, e innu­me­ra­bles otras per­so­nas, se sen­tían ais­la­dos y solos y mucho más asustados.

Máquinas que te pueden matar

También están las gran­des máqui­nas de cons­truc­ción que pro­vo­can en Saeed una mez­cla de sen­sa­cio­nes entre la fas­ci­na­ción y el terror y son des­cri­tas como gran­des ani­ma­les. Véase la cita que enca­be­za el artícu­lo "Máquinas que te pue­den matar".

Y están, por supues­to, por todas par­tes las máqui­nas de des­truc­ción, la Tecnología béli­ca con sus carros blin­da­dos, sus robots, heli­cóp­te­ros y cazas, den­tro de la cual ocu­pa un lugar des­ta­ca­do y muy inquie­tan­te la masi­va pre­sen­cia de os drones.

A cau­sa de los robots que vola­ban en el cie­lo que se oscu­re­cía, no vis­tos pero en aque­llos días nun­ca ale­ja­dos del pen­sa­mien­to de la gen­te, Saeed cami­na­ba un poco encor­va­do, como retra­yén­do­se al pen­sa­mien­to de la bom­ba o del misil que los dro­nes podrían lan­zar en cual­quier momento

los dro­nes en el cie­lo eran más espan­to­sos que los cazas o que los carros arma­dos, por­que deja­ban ima­gi­nar una efi­cien­cia irre­sis­ti­ble, un poder inhu­mano, y evo­ca­ban el gene­ro de terror que expe­ri­men­ta un mamí­fe­ro de peque­ño tama­ño fren­te a un depre­da­dor de orden com­ple­ta­men­te diver­so, por ejem­plo un roe­dor ante una serpiente.

Ni Saeed ni Nadia tie­nen, afor­tu­na­da­men­te, inter­ac­ción direc­ta con los dro­nes que se limi­tan a ser una pre­sen­cia inti­mi­da­to­ria pero leja­na, en otro mun­do lite­ral­men­te super­pues­to. Pero un día, uno de ellos se extra­vía y cho­ca con­tra la cha­bo­la que Nadia y Saeed habi­tan. Y ellos que por diver­sas cir­cuns­tan­cias no han podi­do ente­rrar a sus pro­pios padres dan sepul­tu­ra, entre bro­mas y veras, a este robot vola­dor como si se tra­ta­ra de un paja­ri­llo inde­fen­so. ¿ Por qué? Porque solía volar en enjam­bre y se ha per­di­do y eso le hace en cier­to modo seme­jan­te a ellos. Obra huma­na, el robot, en su cai­da se tor­na metá­fo­ra de toda la humanidad.

Exit West se ha tra­du­ci­do al espa­ñol con el títu­lo de "Bienvenidos a Occidente".


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