Multas de risa
Lo que muchos Guardias Civiles hacen para que no les quiten el plus de productividad que ronda los 240 euros al mes, es poner multas a diestro y siniestro. Motivos hay mil y para ellos es muy fácil hacerlo. No hablamos de excesos de velocidad contrastados con un equipo de radar, sino que basta con que te paren y te rellenen un boletín con cualquier tontería que luego es prácticamente imposible de recurrir con éxito porque no se necesitan grabaciones de ningún tipo; vale con la palabra del agente de tráfico.
Los últimos ejemplos que han sido denunciados a los medios son los siguientes:
Un conductor en Las Palmas: “Iba hablando con mi compañero, una conversación normal” cuando lo paró un Guardia Civil y le dijo: “Le voy a multar por ir charlando con el copiloto y no prestar atención a la carretera”.
¿Qué hacer ante una situación de este tipo? Por supuesto se puede recurrir la multa, pero es la palabra del conductor contra la del Guardia Civil, y aquí los conductores siempre tenemos las de perder. Se puede ir a tribunales y posiblemente se ganaría, pero a costa de incurrir en muchos más gastos de los que suponen pagar la multa con el descuento. Con esa ventaja juegan los señores de Tráfico, que muchos prefieren pagar y callar antes de entrar en polémicas y gastos.
El conductor ha manifestado a los medios: “Eran las once de la mañana, no había más coches en la carretera, no había exceso de velocidad. No había nada ni nadie”, “Lo recuerdo y me sigo riendo, pero de indignación”, “si la recurro judicialmente, tras el primer recurso, que habitualmente desestiman, ya tendría que contar con un procurador y finalmente seguro que me cuesta más. La pago y ya está”.
En la Asociación Unificada de la Guardia Civil, hablando de este tema mantienen que “seguro que la multa está bien puesta porque va mirando para otro lado, pero con parar al conductor y pedirle que preste atención a la carretera, vale”.
Otro caso reciente en Las Palmas fue la multa a una conductora “por ir bebiendo un Actimel mientras conducía”.
Luego dicen que no hay afán recaudatorio.
Ramón Cerdá