Con el mar a nuestras espaldas y la sombra de La Abuela palideciendo en la lontanza hago balance de este veraneo casi eterno. Cuatro semanas dan para mucho y en la escala espacio-temporal infantil para mucho más. Este verano nos hemos sumado a la moda olímpica y hemos pulverizado todo tipo de récords. En casi todas las disciplinas.
El Marido por ejemplo ha contestado por lo menos por lo menos un millón de mails. En vacaciones. Pero de todos y cada uno de ellos dependía el futuro de su empresa y por ende de nuestros maltrechos bolsillos. Lo jura por su Blackberry. También hemos compartido toalla, cubos, palas y escueta sombra de pequeña sombrilla con su jefe y familia. Lo que vienen siendo vacaciones. A medias. Que una no luce la lorza con la misma soltura delante del Consejo de Administración.
La que ha estado sembrada es La Tercera. En sentido literal. Lo suyo es de récord olímpico, mundial y Guiness todo en un ñordo. Qué digo uno, por lo menos cincuenta y todos, T-O-D-O-S, en el pañal de agua. Mojado. Señor llévame pronto. Y lejos. Lo que La Primera me hizo una fatídica vez y La Segunda nunca La Tercera me lo ha hecho todos, T-O-D-O-S, los días por partida doble y hoy triple. Anda un poco sueltecita el angelito. Ni a mi peor enemigo le deseo esos pañales liquiditos, llenos a rebosar y tan difíciles de gestionar. El cloro y la caca no reaccionan bien. Se lo digo yo.
La Cuarta no ha querido ser menos: Medalla de oro en escapismo. Houdini a su lado es un mero aficionado. Empezó en el viaje cuando allá por Génova nos la encontramos de pie en la Maxicosi saludando al respetable. Por suerte ya tenemos nuestra Trifix y esa sí que es inextricable. Fue llegar a Marbella y cogerle tirria a la trona. Que ya no quiero puré pues con las mismas me pongo de pie y me tiro de cabeza. Que no te enteras. Contreras. El arnés de la sillita se lo pasa por el forro. Que se despierta de la siesta y le apetece un bañito pues se baja de la silla y se tira a la piscina. Sin más. Su marca personal la estableció el otro día cuando nos la encontramos en la cuna con todos los barrotes de un lado quitados. Que me metéis en la cuna. Pues la convierto en cama. Y punto en boca.
La Segunda ha sido más sutil y se ha afanado en disciplinas más ladinas. En tocapelotismo no le gana nadie. O pudiera ser cierto que cada vez que La Primera tiene que hacer pis a vida o muerte La Segunda esté en el wáter por arte de birlibirloque. Haciendo caca para más señas. Un par de veces al día. Esto nada tiene que envidiar a la natación sincronizada. Además ya bucea, se tira de cabeza con la tripa por delante y se hace un ancho a braza sin zozobrar. Por si fuera poco a su melena de infarto el sol le ha añadido unas mechas ideales y la niña es ya una réplica en miniatura de Scarlett Johansson. Y lo sabe.
La Primera ha querido hacer honor a su primogenitura y lo que a otras les lleva siete años ella lo ha conseguido en un mes. Ya es una adolescente. De metro veinte. La culpa por supuesto la tiene La Abuela y las horas de series sin fin que se han chupado por la paz familiar. Cuando no estaban viendo la tele las tenía pintándose como monas bajo su supervisión. No les digo más que quería comprarle un móvil porque resulta que yo soy muy difícil de localizar. Acabáramos. En otro orden de cosas ha cumplido siete años, se da tres volteretas para adelante y dos para atrás sin sacar la cabeza, toca el fondo de la piscina con la nariz, el moflete y la oreja, ha perfeccionado varias variantes del hombre al agua y se hace un largo con un estilo impecable. Esa es mi niña.
En cuanto a mí… Sigo de una pieza. Que no es poco.
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