Revista Opinión

Podemos. A vueltas con los conflictos

Publicado el 13 febrero 2015 por Manuhermon @manuhermon
Podemos es el revulsivo político del momento, solo con ello ya habría logrado un gran papel en los tiempos que corren, porque muchos se están moviendo a partir de su irrupción en la vida política; las encuestas podrían indicar que consolidan la fuerza de la indignación. Ya veremos de cara a las elecciones futuras en qué se concreta este revoltijo que se está creando entre IU, PSOE y Podemos, y como afectaría a UPyD, Ciudadanos, nacionalistas varios, Equo, de los que desconocemos cómo y cuándo romperán su adormecimiento actual, y esperemos ver la reacción del PP.
Difícil sería que Podemos mantuviera la preeminencia que reflejan algunas encuestas de finales 2014 y comienzos 2015, tampoco sería extraño ver resultados electorales por debajo de estas enormes expectativas, los datos resaltan a su favor: estabilidad mantenida durante meses en los apoyos, distribuidos por todos los territorios autonómicos, mayor en los sectores jóvenes, mayor en los núcleos urbanos grandes, con fuerte apoyo en izquierda, centro izquierda y centro derecha, -apoyos por la derecha empiezan a bascular hacia Ciudadanos- los simpatizantes tienen alto nivel de estudios, los apoyos que se incorporan procedentes de la abstención, de antiguos votantes de IU y del PSOE fundamentalmente, y en menor medida de otras formaciones,… pero los datos también comienzan a dar síntomas de cierto cansancio o desgaste entre sus bases sociales, posiblemente influidos por conflictos internos y por movimientos en otros partidos, y en el resto de posibles electores aumentan aquellos que nunca los votarían. Así que dos problemáticas se abren:
1) Por ellos mismos, lo interno. Sus errores y miserias irán saliendo, como las de otros. Empezarán a lanzar propuestas, necesitan un programa creíble de soluciones concretas… y entonces dejarán de ser inmaculados, ya no servirá como valor supremo de unidad ir a la contra, el programa se mirará con lupa, -discusión sobre costes, posibilidades, resultados y alternativas-. Empezarán a funcionar como organización, discutirán la concreción de cada alternativa y mostrará vencedores y derrotados y eso desgasta, comporta roces, diferencias, habrá gente que se quedará descolgada antes de las elecciones. El desgaste normal de la actividad política sucede siempre que se propone alguna salida concreta porque nunca puede satisfacer por igual los intereses de todos los colectivos afectados, las bondades para unos perjudicarán a otros. 
Un ejemplo se aprecia en propuestas como la jubilación a los 60 años –al margen de su posibilidad o no, aquí interesa en cuanto contradicción que enfrentará intereses- La lucha generacional es uno de los grandes conflictos europeos de intereses que tienen que afrontar los partidos, el diferente nivel de esfuerzo público dedicado a juventud o vejez es un nuevo campo de batalla, que incluye la capacidad de unos u otros para influir políticamente dependiendo de su inserción social. Adelantar la jubilación permite abrir el mercado de trabajo y la sociedad para los jóvenes, pero expulsa a los mayores, lo cual empezamos a ver ya en las direcciones de empresas, instituciones y partidos políticos, este es un nuevo frente de intereses diversos y contradictorios, difíciles de encajar en la vieja idea de alternativas beneficiosas para todos. 2) Por los otros, lo externo. Puede frenar su empuje reciente al empezar a configurarse la respuesta de los otros competidores, principalmente PSOE e IU, aparentemente a día de hoy con mejores perspectivas para los socialistas en cuanto a ser opción de contraste con Podemos, y menores para los comunistas que podrían llegar hasta a desaparecer; ya veremos la capacidad de respuesta de IU, organización algo anticuada, con historia de 35 años y militancia probada e insertada en los movimientos sociales. La gente comprobará que algunas de las propuestas de Podemos serán similares a las de IU y PSOE. Otro aspecto de la influencia externa que puede frenar su ascenso será el miedo, a que ganen ellos y más fuerte, a que ganen los otros, miedo a que su fuerza sea insuficiente para detener el desastre. El PP podría ganar las elecciones, entre otras cuestiones por la dispersión el voto de izquierdas y centro, así muchos indecisos ante una nueva victoria derechista podrían reconsiderar no tanto su simpatía, cuanto el voto, -evitar el efecto cuña que beneficia al PP-, no sería extraño que la proximidad electoral volviera a considerar voto útil el que impida ganar al PP, siempre que los partidos tradicionales despertaran de su letargo modificando comportamientos.
Los problemas externos de Podemos para crecer, consolidarse y conquistar el gobierno, en gran parte son los mismos que tienen las izquierdas en general. Se enfrentan a cuestiones que atenazan la socialdemocracia europea en particular o a cualquier gran partido progresista que pretenda aglutinar la mayoría de intereses sociales en liza. Para transformar la sociedad, regenerar la democracia, modificar la ley electoral, las instituciones, los comportamientos económicos y orientaciones sociales, reducir el aumento de las desigualdades… -los desahucios se siguen produciendo a pesar de ser uno de los movimientos más destacado de los últimos años- no son suficientes las manifestaciones y las huelgas para cambiar ampliamente muchas cosas. Es necesario poder parlamentario y parcelas de gobierno, y para lograr ese objetivo son necesarios millones de votos. Con un hándicap añadido, el sistema electoral prima la concentración del voto, fundamentalmente por la circunscripción provincial y el número de candidatos, cuestión resuelta en la derecha y nacionalismo; el sistema al tiempo penaliza la dispersión, típica cuestión del resto de opciones progresistas y centristas. La batalla entre PSOE y Podemos será encarnizada, repartiéndose los votos, permitiendo sacar mayor provecho a la concentración de voto provincial al PP que obteniendo el mismo número de votos obtendrá una cifra muy superior de diputados.

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