Los chantajes, fraudes electorales y promesas de conseguirle empleos a los militantes de Podemos por toda España señalan que sus dirigentes están creando una casta que le sea perrunamente fiel tras recibir esas amenazas o prebendas.
Un caso ejemplarizante es el de Baleares, donde ellos mismos se grabaron y divulgaron un diálogo entre el presidente y el secretario de la Comisión de Garantías, Pascual Ribot y Juan Cañellas, con Carmen Azpiliceta, del Consejo Autonómico, chantajeándola con ofertas de trabajo y cargos si se “portaba bien”, no oponiéndose a Alberto Jarabo, secretario general del partido allí.
Azpelicueta era candidata a la lista del Consell de Mallorca rivalizando con un amigo de Jarabo tras un fraude gigantesco en las elecciones internas podemitas.
Podemos se ha convertido aceleradamente en una agencia de colocación en puestos públicos para sus élites dirigentes, para novios, novias, amantes y sus ex, y para sus múltiples desempleados, casi siempre sin oficio ni beneficio, o con algún título sin perspectiva laboral alguna.
Las conversaciones internas entre esa nueva casta y los que esperan obtener puestos políticos y burocráticos en todo tipo de administraciones recuerdan la conquista de cargos de los partidos democráticos durante la Transición.
El PSOE, por ejemplo, con pocos miles de activistas, llegó a tener enseguida algo más de medio millón, de los que se colocaron millares en todas las instituciones.
Pero eran gente preparada, no okupas, perroflautas, ni batuqueros con tambores.
Podemos reniega de la Transición y la Constitución de 1978 para sustituir a la gente preparada --UCD, socialistas y luego Populares--, con esas huestes incapaces de imaginar cómo crear trabajo productivo; las vemos en toda España repitiendo los chantajes y fraudes de Baleares, gotas de ese océano de inútiles con labia y flauta.
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SALAS