No acabo de entender que hacía un líder de los “sans culotte” en un templo del poderío “de toda la vida” y el
“parné” como es el Ritz de Madrid. No me entra en el cabezón que Pablo Iglesias, alguien que abandera justamente lo contrario de lo que significa el espíritu que se respira en el local y sus parroquianos se preste a esta especie de “cena de los idiotas” en el que, justamente, el idiota invitado para burlarse era él mismo. Supongo que lo tenía asumido y aún así aceptó el juego, masoquista que es uno… Que la fuerza te acompañe, amigo.
Podemos decir que entró fuerte en la batalla, recordando que algunos imaginaban su entrada en el Ritz para nacionalizarlo e incautar los bisones y los relojes de los moradores de la chocita 
Yo, por mi parte sólo espero que no se haya fijado demasiado en los tapices, las lámparas y las alfombras mullidas, que no le haya afectado en su espíritu la sinfonía de lujo, los cantos de sirena y todo eso de la erótica del poder que dicen, porque si lo ha hecho (y para eso fué citado), si los potentados han conseguido siquiera arañar su espíritu la cena de los idiotas habrá resultado un éxito y el sueño de miles de electores que confiaron en la idea de Podemos y el cambio, la ilusión de la llegada de aire fresco se habrá truncado para siempre, antes incluso de que suene el despertador. Mala cosa.
En resumen, sólo espero, señor Iglesias, que recuerde que ha venido de los adoquines, las aceras y las noches al raso. Su lugar no está ni debe estar nunca entre la pompa y las alfombras mullidas del Ritz, no lo olvide, si pierde esa identidad dejarà de existir para quién confió en usted. Pase página y para la próxima, sea más cauto.
