La prensa no tiene piedad con las corrupciones del PP, tuvo mucha con las del PSOE, aunque ahora algo menos, y es absolutamente seráfica con las de Podemos, un saco de gatos peleándose hasta matarse.
Obsérvese las luchas por el poder-dinero en Madrid entre gerifaltes, como Ramón Espinar, hijo de un importante socialista portador y gastador de “tarjetas black” de Bankia, y protegido de Iglesias Turrión, que es hijo y nieto de notables funcionarios del Ministerio de Trabajo, con Franco y en democracia.
Sus rivales son dos “errojonistas”: una es Rita Maestre, hija de un funcionario comunista del ayuntamiento madrileño al que ella elevó a subdirector de la Agencia Tributaria local, buena endogamia.
Otra, Tania Sánchez, hija de otro jerifalte comunista en otro ayuntamiento, sospechosa de entregarle 1,4 millones de euros a una supuesta cooperativa de su hermano, y exnovia de Iglesias, de quien parece vengarse oponiéndosele porque la dejó por otra podemita, la diputada y portavoz, Irene Montero.
Decía Antonio D. Olano, tras conocer y acompañar al Ché Guevara, a Picasso y a Dalí, que todos los humanos obedecen a su género y edad de buitre.
Uno pequeño come lo que le traen sus papás-buitres, pero ya grande se apodera de la carne corrupta más voluminosa, mientras la hembra pone huevos para crear más buitres.
Por eso es falso que “El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”, como creía Rousseau: siendo humanos, los políticos acarrean la herencia genética carroñera, como el buitre.
Nadie era tan puro como Podemos, pero salidos del cascarón sus dirigentes han recaudado prebendas y fondos inmerecidos, y han defraudado a Hacienda y a la Seguridad Social según su género y edad de buitre, lo que harán en mayores volúmenes conforme crezcan.
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SALAS