El hundimiento de las pensiones, la subida de prácticamente todos los impuestos y la venta de las grandes empresas y propiedades estatales que acaba de iniciar el Syriza, el Podemos griego de Alexis Tripras, ha demostrado que el populismo y las revoluciones en el siglo XXI hacen más fuerte al capitalismo.
Se empieza rechazándolo y en pocos años, la miseria. Con el pueblo sin medicinas, pan, papel higiénico, sin luz eléctrica y hasta sin petróleo sobre un mar de petróleo, como en la Venezuela de Chávez y Maduro.
Se promete que Grecia no se plegará a la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), para rescatar el país de la ruina de una corrupción que practica todo ciudadano, como hizo Tsipras, y por su chulería esa Troika le impone las peores condiciones posibles, o que asuma la devastación venezolana.
Por tramposo, comunista y demagogo, para advertir que nadie así obtendrá un euro si no acata las leyes del mercado de capitales.
Es un aviso a los votantes de Podemos, una masa mayoritariamente formada, con algunas excepciones de idealistas que se apuntarían a cualquier secta, por odiantes, resentidos, alocados, y poco productivos personajes.
Empiezan a verlo hasta en Cuba, donde los Castro, que convirtieron la isla en un prostíbulo barato para obreros y viejos verdes del primer mundo, le ofrecen ahora al capitalismo volver a la situación de Batista, en 1959, pero sin agresiones de los ex revolucionarios, administradores ahora de esa mancebía.
En China hay empresarios comunistas que regalan una semana de viajes por Europa a miles de trabajadores, mientras el resto del año los tienen sin seguridad social, con jornadas inacabables, y sueldos míseros.
Este es el anticapitalismo de Tsipras, Iglesias Turrión y el joven Garzón, que prometen infiernos que ellos no temen porque siempre cobrarán, para que no molesten, salarios públicos dentro del mercado de capitales.
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SALAS