La necesidad de
crecer para ganar obliga a ceder posiciones
Mientras
el PSOE viraba suavemente a la izquierda pretendiendo conquistar el terreno
socialdemócrata perdido, IU empezó a templarse y Podemos empieza a defender el
sistema democrático y a suavizar discursos y propuestas, arrinconando
posiciones extremas para defender la socialdemocracia. La necesidad de echar a
laderechonay atajar la corrupción e imprimir un cambio de rumbo a
la situación, empujará a muchas personas a taparse la nariz, asumiendo que el
grupo emita olores no deseados pero considerados como mal menor; todos los que
ganan lo hacen así, única forma de sumar fuerzas diversas. A todos nos gustaría
mandar a la mierda a mucha gente cercana, socialistas, comunistas, ácratas,
verdes, alter,… uno se sentiría bien si entre los miembros de su propia familia
pudiera expulsar a algunos, y no hablemos de las ganas de dar una patada en el
culo a miembros de otras familias; ganar a la derecha, requiere formar un
conglomerado suficientemente grande, así que las puertas de la victoria están
plagadas de girones, de cesiones.
El
problema para formar coaliciones, o un gran aglutinador es ¿cuánto ceder? Y
determinar un suelo de partida, ¿desde dónde considerar la suma, el mínimo
común? Hoy en España para que el PSOE fuera considerado el suelo de partida
capaz de sumar la savia nueva que está fuera de él, necesitaría realizar
cambios profundos, no solo en su línea como en sus órganos de dirección y
militancia, en sus comportamientos opacos y cerrados, previamente debería hacer
una limpia por todos sus estamentos, de corruptos e indecentes, de aprovechados
e inútiles… y de toda aquella militancia secuestradora de decisiones solo con
su insoportable pasividad ante lo nuevo. La democracia interna es innegociable,
la permeabilidad en la discusión y toma de decisiones debe imponerse en todos
los niveles, agrupamientos, instituciones, empresas y barrios, no se puede
permitir que las decisiones las tomen los popes, porque ello conduce a
callejones sin salida. No sirve de nada grandes discusiones ideológicas si a
los dos meses el pope de turno decide subir o bajar impuestos a su libre
albedrío, elegir un presidente del Congreso, la dirección de los recortes de
gasto público, etc.
Si
observan los movimientos sociales, mareas, grupos, partidos y alternativas
izquierdistas, comprobarán que prácticamente todos defienden el sistema
democrático, luchando contra el robo de un tiempo y un país que creímos nuestro
que está provocando las políticas de la derecha contra el estado de bienestar,
aumento desigualdades, reducción de derechos y vuelta al nacionalcatolicismo.
Las luchas son defensivas, intentan mantener la sociedad socialdemócrata o de
estado de bienestar, fundamentalmente volviendo a reequilibrios anteriores de
poderes político-económicos que afectan a la base del funcionamiento
democrático que pone en cuestión este modelo social, de equidad, de
representación, deliberación y elección.
Los
comunistas, que no son toda IU, -pero controlan una gran parte de la misma- en
el pasado criticaron la socialdemocracia por traidora a los intereses de los
trabajadores, ahora IU son los máximos defensores del estado de bienestar, por
tanto de las ideas socialdemócratas, no proyectan opciones radicales nuevas, ni
revolucionariamente diferenciadas de las de multitud de grupos en las calles.
Algo parecido sucede con Podemos, con la diferencia de que éstos se están
comiendo a aquellos. Lo que está en cuestión como forma de hacer política diaria
son los partidos gigantes, en la zona izquierda los socialdemócratas que antes
aglutinaban gran parte de las fuerzas opositoras, y durante algún tiempo fueron
capaces de sumar diversas corrientes de opinión posibilitando la conquista de
mayorías de votos. Hasta que la gente consideró que pesaron más las corrientes
carcas dentro de ellos que las progresistas y los fue abandonando. La pregunta
es ¿sería catastrófica la marginación parlamentaria de un partido
socialdemócrata o progresista? dejaría el camino expedito para la derechona,
como se está comprobando en esta legislatura en Parlamento, CCAA y
ayuntamientos, además de en instituciones y empresas públicas, lo cual afecta a
la organización de la sociedad. Un partido socialdemócrata fue antaño el
aglutinador de esfuerzos, ¿hoy es el único que puede nuclear mayorías sociales
relevantes? Así parecen verlo PSOE y Podemos.
La
cuestión es que en el terreno Parlamentario y de Gobierno una gran fuerza
opositora nunca podrá ser formada por grupos minoritarios electoralmente
independientes, como muestra el ejemplo que vemos a diario en la vida
Parlamentaria e Institucional después del triunfo del PP en las pasadas
elecciones de 2011, que llevaron al Parlamento a 13 partidos sin capacidad de
hacer sombra al Gobierno. La lucha está en la calle, pero también debe estar en
el Parlamento, ya que si los esfuerzos se dejan en la calle, el Parlamento
queda libre para aprobar todas las regresiones que se están poniendo en marcha.
Lo que las encuestas dicen es que millones de electores están indecisos
respecto a que esa gran coalición electoral tenga que estar basada en el PSOE,
del que desconfían millones de personas, o hay que pasar a crear un mundo nuevo
desde Podemos.
Ningún
partido con capacidad para captar cientos de miles de votos plantea opciones
revolucionarias, bolivarianas o en general, más allá del sistema, para mayor
precisión, casi nadie, porque siempre habrá múltiples opciones que insuflen
aire nuevo, la cuestión es si las nuevas opciones contienen suficiente capacidad
movilizadora para ser visibles y transformar la sociedad en que vivimos... Si
la cerrazón de los dirigentes españoles –y europeos-continuara agrietando la
sociedad, sudamericanizándola como hasta ahora, como en Grecia, agrandando
todavía mucho más las desigualdades, desconocemos a donde conducirían dichas
grietas. Hoy por hoy, a corto plazo, es necesaria una gran fuerza opositora,
que para ser eficiente y obtener representación similar a los votos obtenidos
es forzada por la ley electoral a crear un gran aglutinador o sumar una gran
coalición, de lo contrario muchas sumas de pocos votos en grupos dispersos
darán pobres resultados a tantos esfuerzos, volviendo a dejar el gobierno en
manos de la derecha.
Un
ejemplo puede ilustrar la necesidad de la fuerza parlamentaria; el movimiento
contra los desahucios, uno de los grandes destacados, por liderazgo y empuje,
mejor organizado y de mayores éxitos de las últimas décadas; ha parado muchos
desahucios, pero han seguido produciéndose, 30.000 en 2012 y 20.000 entre enero
y junio de 2013, en ocasiones uno que era frenado, días después era ejecutado,
se echaba de la vivienda a las mismas personas que habían logrado pararlo. Sin
cambios legislativos no se podrá remediar el problema que toca muchos aspectos de
cambios legales, adaptación europea, modificación ley hipotecaria, leyes de
procedimiento, decisiones que cambien leyes sobre las viviendas vacías –unos
3.5 millones-, de la banca pública, de la banca privada, etc. La lucha del
pueblo en calles y empresas puede influir en el Parlamento, con mayor facilidad
a una fuerza progresista, para lograrlo con esta ley electoral hay concentrar
votos en cada circunscripción provincial, evitar la dispersión como factor
fundamental, lo cual pone en primer plano de la acción política la labor de
coaligar, de sumar para lograr objetivos de gobierno que se dice querer.
Sumar
supone crecer, y crecer aleja la uniformidad, diversifica la pureza ideológica.
Una de las disputas habituales que tendrá que dejarse algún día, es la que
enfrenta a rojos y verdes por la exclusividad de su territorio. La ecología fue
asumida como línea de trabajo y actuación en todas las formaciones de
izquierda, con mayor o menor extensión con una u otra interpretación, todos la
incorporan, partidos, sindicatos, movimientos, grupos…Como lo fueron las ideas
de igualdad de los movimientos feministas (la gran revolución del XX). Digamos
que hoy cualquiera que se plantea actuar socialmente, incluye estos factores
entre sus líneas de trabajo, porque la realidad ya no es posible observarla sin
considerarla globalmente.
A
efectos de uso, es constatable que los partidos y sindicatos clásicos tienen
buenos trabajos sobre temas ‘verdes, medioambientales’ o de ecología política,
al igual que los grupos ecologistas tienen buenos trabajos sobre relaciones de
producción. He utilizado del sindicato CCOO, su Fundación 1º de Mayo,
excelentes materiales para trabajar sobre ecología, hay trabajos de calidad
financiados y publicados por instituciones como el Banco Mundial o el Banco
Santander, que poco tienen que ver políticamente con las aspiraciones de rojos
o verdes. Hay gente que tiene miedo a utilizar fuentes diversas, quizás por la
inseguridad que tengan en su capacidad de discernir, pero resulta ridículo no
aprovechar materiales de información oficiales para discutir y elaborar
propuestas de actuación, por ejemplo, no podemos imaginar la lucha por el
cambio climático sin las informaciones del panel oficial de la ONU o de tantas
instancias y organismos internacionales.
Así
que no extraña que en la profusión de alternativas novedosas de izquierdas que
se intentan formalizar para las próximas elecciones, casi todas, contemplen
elementos rojos-verdes-malvas en distinta proporción. Una vez más, las grandes
diferencias a discutir no deben ser los criterios ideológicos, a pesar de que
no todos dicen lo mismo, ni conceden el mismo peso a unas cuestiones que a
otras. En el resultado final tendrá mayor importancia la procedencia de los
individuos, militantes y núcleos impulsores. Militantes o núcleos con filosofía
o procedencia comunista, darán una resultante distinta que independientes y
jóvenes activistas, en general. Una vez más cobrará mayor importancia lo
concreto que lo abstracto, lo cual no solo será el programa electoral o
acciones a proponer a la ciudadanía (que ya no será a la clase obrera). Tendrá
que tener importancia el funcionamiento interno, la democracia participativa,
deliberativa y representativa, su permeabilidad social, su sentido y estilo de
relaciones entre militancia, apoyos, simpatizantes, votantes,…y tendrá
importancia su interés en la conexión europea. Y la ilusión por encontrar
salidas.
En
el futuro surgirán problemas de crecimiento impensables al inicio. A mayor
crecimiento de militancia, de diversidad, de lugares de asentamiento y trabajos
realizados hacia la sociedad, mayor número de problemas de interpretación de la
línea política y de funcionamiento colectivo común; cuanta mayor número de
procedencias y variedad de asentamientos locales mayor probabilidad de que la
línea política y el funcionamiento tengan ‘fugas’. Aumentarán los ‘escapes’
cuando se pongan en marcha soluciones a problemas concretos, lo cual es más
difícil que sumar contrarios de algo. Muchos de los problemas que se critican
hoy a los grandes partidos, son los que tendrán estas agrupaciones nuevas en
formación. No hay motivos suficientes para confiar, a priori, en que la nuevas
opciones, esta vez sí, conseguirá cambiar la situación de paro; ¿por qué tener
fe en que cuando consigan 5 o 10 millones de votos esa maquinaria de partido va
a ser permeable a la sociedad? ¿Que ‘espíritu santo’ garantiza ese
funcionamiento? El quid de la cuestión será asegurar que los líderes de cada
nivel, respetarán a su electorado. Pero, ¿si eran los jefes, líderes, dioses
elegidos, por qué diablos van a obedecer en un momento dado lo que digan los
demás? , ¿De qué servirán entonces las proclamas genéricas y los sueños de
fines maravillosos en los que se perdió tantísimo tiempo discutiendo?
(Manuhermon
22/10/2015)