Las encuestas, gusten o no, reflejan con bastante aproximación como está el patio de los distintos partidos cuando se realizan. El hecho de que sean un espejo en ese determinando momento y la famosa cocina que cada empresa maneja, de acuerdo a los deseos de quienes las encargan, hace que haya variaciones en relación con los resultados definitivos el día electoral.
Todo lo anterior nos lleva a que una encuesta siempre debe ser tomada con cierto recelo, pero que si se siguen varias encuestas encargadas por distintos medios de ideología e intereses contrapuestos, durante un periodo de tiempo largo, se pueden ver tendencias claras que sin duda se verificarán a la hora de la verdad, salvo que ocurran hechos transcendentales como sucedió en las elecciones de 2004, con el atentado del 11-M.
Pues bien, siguiendo ese criterio, y si no hay cambios bruscos, nos encontramos que el 20-D, el PP ganará las elecciones con un porcentaje entre el 25 y el 30%, el PSOE será el segundo partido con alrededor de un 23%, Ciudadanos obtendrá entre un 17 y un 20%, Podemos estará en torno al 15% e Izquierda Unida entre un 4 y un 7%.
De lo anterior, de confirmarse, se desprende que el gran vencedor es Ciudadanos. Su tendencia al alza ha sido exponencial. Hace un año era impensable suponer esta espectacular subida. Por el contrario, Podemos al que en enero las encuestas le daban entre un 24 y un 28% --algunas le alzaban como la fuerza más votada--, ha seguido una tendencia constante a la baja, hasta llegar al último dato que da el CIS (el 10%).
¿Qué ha ocurrido con Podemos para que después de esa explosión de ilusión que despertó, hoy, sus expectativas de votos hayan quedado reducidas a la mitad?
Yo creo que son varias las causas de tal desaguisado, pero hay una principal que me parece determinante. Y es que Podemos ya no es el Podemos de hace un año. Su periplo al centro, su deseo de transversalidad para acaparar más electores, su negación a reconocer su ideología de izquierdas, su negativa a conseguir una Unidad Popular, algo que tanto habían santificado, ha llevado a esta formación a la situación actual.
Es verdad que también han tenido que ver los otros partidos, el PSOE no ha perdido tanto como se pensaba, Izquierda Unida mantiene como puede los resultados de hace un año y el verdadero daño se lo ha hecho Ciudadanos, que desde una derecha muy aparente y bien presentada, y aprovechándose con la idea de regeneración, se ha hecho con parte de sus electores, enviando a Podemos a la cuarta posición del escenario electoral.
Podemos ha dejado de ser lo que dijo que era, y ese, a mi modo de ver, es su fracaso. El cambio que ha provocado su deseo de acaparar votos de todo el arco ideológico y la negativa a construir una candidatura de Unidad Popular le ha condenado a perder una ocasión única que tenía al alcance, que teníamos toda la Izquierda, hace bien poco –lástima de ese ego incontrolado de Pablo Iglesias—. Los votos de centro y derecha que tenía con indignados de los dos grandes partidos se los ha llevado Ciudadanos y la actitud anti-convergencia y la indefinición ideológica ha creado desconfianza en algunos de los votantes de izquierda que ven cómo se han abandonado algunas de sus reivindicaciones más importantes (tanto arriba y abajo, al final les ha salido rana. El PSOE, presumiendo siempre de izquierdas aunque a menudo no lo demuestra, obtiene mejores resultados en las encuestas).
Desde luego, haber estado hablando de Casta durante un año para luego haberse casado, en muchos lugares, con uno de sus componentes, no ha ayudado mucho (que conste que no digo que no debía haber pactado con el PSOE, pero podría haberse evitado haberles llamado Casta y denostarles hasta momentos antes de pactar con ellos).
Yo creo que un ejemplo válido de lo que le ha pasado y niega la identidad de Podemos es el caso del fichaje estrella del Teniente General José Julio Rodríguez. Y no es que sea una mala operación en sí. Lo que es malo es que Pablo Iglesias haya despotricado contra la OTAN y ahora fiche a un defensor de la misma. Lo que no es correcto es que por colocar a un fichaje se salte el resultado de las primarias. Lo que no está bien es que se jure en arameo que se va a respetar las listas cremalleras y para que el susodicho general pueda ser elegido, en las listas de Podemos de Zaragoza, se le coloca de número dos, desplazando a la primera mujer al número tres. Lo que no debería ser es que anuncie que el general va a ser su ministro de Defensa cuando hasta ahora, desde UCD y después de Gutiérrez Mellado, hace más de treinta años, todos los ministros de defensa han provenido de la sociedad civil.
Ojalá que me equivoque y que Podemos obtenga un gran resultado, yo sí estoy convencido de que son de izquierdas. Pero estas cosas, estas decisiones contradictorias, estas formas de actuar, acercan a Podemos a lo que hacen los grandes partidos, esos que no cumplen lo que dicen y a los que tanto han criticado. Cada vez las formas de Podemos están más cerca de las del Bipartidismo, de esa Casta que tanto criticaban.
No sé si hay tiempo, pero Podemos debería rectificar, volver a su punto de partida y reconocer errores. No hay nada como mirarse en un espejo y quizás podrían ver que donde estaba escrito Podemos, aparece hoy la palabra Pudimos.
Salud y República