Revista Política

Podemos pretende modificar la ley de ofensa a los sentimientos religiosos

Publicado el 06 noviembre 2015 por Alejandropumarino

Podemos pretende modificar la ley de ofensa a los sentimientos religiosos

Rita Maestre es la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, puesto institucional de incuestionable responsabilidad, pero a la vez, tuvo escarceos con los extremos ideológicos de la izquierda progresista, en los que confundió la violencia con defender sus principios políticos. Irrumpir en una celebración religiosa católica no está bien, y tengo todavía mis dudas sobre sí hubiesen tenido los redaños de hacerlo con los musulmanes, en todo caso, parece ser que constituye un ilícito penal que su formación política pretende eludir derogando la ley de ofensa a los sentimientos religiosos.

Uno, que es ignorante en temas jurídicos, también considera que no está bien disponer de una norma específica para la fe; la ofensa no tiene porqué delimitarse a un ámbito concreto, entiendo que ofender debe constituir una falta cuando menos, y que el acto incluiría tanto la familia materna del mentado, como su religión, su bandera o el color de sus calcetines. Puede uno no compartir creencia con los seguidores de Jesucristo, pero ello no es patente de corso para mofarse de su liturgia, especialmente en un país como el nuestro, tan tolerante con otras confesiones mucho más radicales en sus planteamientos, calificándose de “multiculturalidad” la tolerancia absurda con sus imposiciones.

Queramos o no, creamos o no, España y Europa Occidental son de una rancia tradición cristiana, cismas aparte, y a lo largo del último milenio, las cosas no han ido tan mal en lo referente a cultura y progreso, por lo menos, si nos comparamos con el resto del planeta. No parece lógico alinearse con nuevos mesías que hacen del agnosticismo una nueva religión y que tratan de imponer su creencia por encima del respeto que debería merecerle la de los demás. Rita Maestre tiene una mancha es su historial político, plasmada en la imagen que se adjunta, y haría mejor en reconocer los errores que en tratar de modificar las leyes para adoptarlas a su conveniencia. El hecho es criticable y pubible, con o sin ley de ofensa a los sentimientos religiosos, por pura lógica y sentido común.


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