Podemos empezó crear su policía política secreta a imagen de la Cheka soviética de 1917, que inspiró a la Gestapo y demás sistemas de terror de las dictaduras, cuando reclamó ante sus militantes: “Necesitamos que nos cuentes quiénes son los protagonistas principales de la Trama en vuestro territorio”.
Sus creyentes graban gigabytes con nombres, desde el capataz detestado por un obrero hasta el jefecillo que impide el ascenso de un empleado; a todos los que consideran sus “enemigos de clase”, igual este cronista, o usted.
Los nombres de los poderosos la Trama, que son la parte alta de nuestra organización social, caben en un puñado de bytes. Podemos los tiene sin necesidad de pedírselos a los militantes que sólo controlan personas cercana a las que pueden odiar.
Lo primero que hicieron los bolcheviques de la Cheka, luego GPU y KGB, como los Comités de Defensa de la Revolución cubana, fue fusilar a quienes parecían elegidos al azar entre la gente común.
Pero no eran seleccionados aleatoriamente, sino que procedían de las listas elaboradas con las denuncias que dirigentes, como los de Podemos habían pedido sobre sus “enemigos de clase”; ahora llamada la Trama.
Cuando se purgaba a los propios cuadros era porque habían sido delatados por compañeros que los detestaban o por otros progresistas que progresaban eliminando rivales.
Por tanto, los archivos de Podemos están llenándose de nombres de casi todos nosotros; para ellos todos los no podemitas somos enemigos y miembros de la Trama.
Tras la gente común el adversario es el Ibex, generador de riqueza. Su arquetipo es Amancio Ortega, por crear 160.000 puestos de trabajo y ser filántropo: Podemos odia y desprecia públicamente sus donaciones de equipos contra el cáncer a todos los hospitales españoles.
Si pudieran le expropiarían sus empresas para arruinarlas, como hicieron Chávez-Maduro con su Trama, que es un pueblo hambriento.
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SALAS