“Dos años y cinco millones de votos después, Podemos, esa herramienta que no tiene políticos sino gente, reconoce que ellos también son casta; que también luchan por el poder”
Hasta la llegada de Podemos a nuestras vidas – 2014– , los españoles hemos vivido en la inopia; creíamos estar en un régimen democrático cuando, en realidad, vivíamos engañados por una casta política sólo preocupada por mantenerse en el poder a costa de todo. La Transición fue un engaño – nos dicen– ya que fue impuesta por el franquismo y ,por ello, todas las instituciones están contaminadas de origen.
En poco tiempo, gracias a Tuerkas, Gatos, Sextas, Cuatros y Redes sociales, entre Pablo y Juan Carlos, Iglesias y Monedero, colocaron en el mercado la utopía de que era posible una España en la que la satisfacción de las necesidades, la fraternidad entre sus pueblos y la felicidad eran compatibles con el progreso. Ellos no son políticos, son la gente, y han llegado para rescatar a la gente, para rescatar la democracia, para rescatar la libertad, para rescatar la justicia.
Dos años y cinco millones de votos después, Podemos, esa herramienta que no tiene políticos sino gente, reconoce que ellos también son casta; que también luchan por el poder; que también en su seno existen familias que luchan por una cuota de poder; que no tienen discurso, sólo retórica. parece últimamente una jaula de grillos, especialmente en la Red, su medio predilecto. No hay discurso, sólo retórica.
Pablos, Monederos, Espiblacks, Errejones, .. unos y otros, otros y unos, han logrado convertir un partido ideológico, que aspiraba a crear una sociedad perfecta a base de recetas infalibles que sólo ellos peseían, en una vulgar imitación del modelo presidencialista americano, en el que el papel del líder prevalece sobre el programa, sobre la gente. Sus debates – lucha interna por el poder– , sus diferencias – puñaladas traperas– y su democracia interna – purgas– hacen que ese partido, que dos años atrás ilusionara a millones de españoles, parezca hoy una tribu de helmintos.
Al margen de decapitaciones que han de llegar, y de frustraciones generadas, siempre habremos de agradecer a Podemos dos cosas: una, constatamos que no estábamos equivocados; dos, conocemos su peculiar modo de identificar fascistas: es fascista todo aquel que: 1) vota al PP; 2) vota a Ciudadanos; 3) está en contra de la concentración de los medios de comunicación en manos del partido gobernante; 4) no es partidario del derecho a decidir ; 5) es católico; 6) es monárquico; 7) opina que Podemos es populista; 8) opina que Pablo Iglesias defiende el régimen bolivariano de Chávez y Maduro; 9) opina que la higiene personal es importante; 10) se siente orgulloso de España y de su bandera.
La Transición, no; lo vuestro sí fue un engaño.
José SIMÓN GRACIA
Fotografía: elmundo.es
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