Los medios informativos de los lugares en los que gobiernan Podemos o sus derivados empiezan a dar cuenta de numerosas actividades culturales de las que antes no había noticia.
Mucha gente deduce sobre esas inusitadas actividades que tenía que venir la sabia nueva de Podemos para a abrir las ventanas a la creatividad, a la libertad, a la cultura, especialmente la popular.
Porque no todo en Podemos son los okupas madrileños del llamado Patio Maravillas, del que salieron varios concejales de la nueva Corporación.
Sus activistas fueron expulsados días atrás de un caserón privado que habían llenado de barriles de cerveza y botellas de alcohol y marihuana, inspiradora industrial de toda actividad creativa y cultural. La alcaldesa promete ahora darles edificios municipales.
Al margen de estos antisistema, los medios empiezan a alabar las actividades que protagonizan los vecinos de los barrios, arte espontáneo, pintura, música, originales sistemas para proteger los árboles en las calles, colocación de tresillos en las esquinas de las plazas para dialogar, filosofar, o enseñar a los demás.
Ponen USB con información en los espacios publicitarios para que los transeúntes se inspiren y diviertan, hacen sesiones de cine en las plazas, teatro popular, espacios con ensayos sobre la vida virtual, con moneda y pasaporte propios, o se enseña reciclaje, a recuperar paisajes con participación de vecinos y técnicos municipales.
Nunca se tuvo noticia de cosas así, pero en Madrid, por ejemplo, todas ellas existían, crecían y se multiplicaban, asómbrese usted, con los alcaldes del PP, el último, Ana Botella.
Pero era de mal gusto, políticamente incorrecto decir que Botella patrocinaba decenas de proyectos culturales “progresistas”.
Ahora se atribuyen su herencia con la esperanza de darle prestigio a las actividades perroflautistas; los medios ya trabajan en ello.
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SALAS