A tan pronto como Joe Biden anunció que ya no buscaría la reelección , la atención se centró en su reemplazo. Biden respaldó a Kamala Harris , su vicepresidenta y compañera de fórmula, y decenas de legisladores y gobernadores demócratas han seguido su ejemplo. Con la oleada de apoyo del establishment detrás de ella, es probable que sea elegida como candidata en la convención demócrata el próximo mes.
Es muy probable que el cambio de Biden a Harris mejore las posibilidades de los demócratas de retener la Casa Blanca. Durante la mayor parte de su presidencia, Biden superó a Harris en las encuestas. Sin embargo, desde su desastroso debate del 27 de junio, esa brecha se ha desvanecido. En las encuestas realizadas antes del debate, Trump aventajaba a Biden por un margen de 45% a 44%, mientras que en una carrera hipotética venció a Harris por 48% a 42%. Desde entonces, Harris ha reducido ese déficit a 48% a 45%, aproximadamente igualando el déficit de Biden. Una encuesta reciente de YouGov reveló que la calificación de favorabilidad neta de Harris era de -15 puntos, peor que la de Trump, de -10, pero mejor que la de Biden, que era de -20.
Biden tuvo dificultades para ganarse el apoyo de los votantes jóvenes y no blancos. Los demócratas esperan que la primera candidata presidencial negra y la primera asiática, que es 18 años más joven que Trump, revitalice a estos sectores de su base. Sin embargo, el único punto positivo de la campaña de Biden fue su resistencia con los votantes blancos y de mayor edad, que son particularmente frecuentes en los estados en disputa del Medio Oeste. Harris podría tener dificultades para ganar el colegio electoral si no puede igualar el desempeño de Biden con estos grupos.
Las encuestas que preguntan a los encuestados cómo votarían en unas elecciones hipotéticas suelen ser malos predictores de los resultados de las encuestas una vez que se eligen los candidatos. Y las opiniones de los votantes sobre los candidatos pueden cambiar drásticamente una vez que se pone en marcha una campaña. Pero hay otras razones para considerar que Harris es una mejora respecto de Biden. Semanas de escasa recaudación de fondos, apariciones públicas inestables y demandas de sus compañeros demócratas para que se retire habían puesto en duda la viabilidad de su campaña. Como mínimo, Harris debería poder realizar actos de campaña enérgicos y hacer que el dinero fluya: ActBlue, una plataforma de contribuciones en línea de tendencia izquierdista, anunció que pequeños donantes habían contribuido con más de 50 millones de dólares a las pocas horas de que ella anunciara que se postulaba para la contienda.
Es mucho más difícil evaluar si Harris es en realidad la candidata más elegible de los demócratas. Solo se han realizado un puñado de encuestas hipotéticas que enfrentan a una amplia gama de posibles candidatos demócratas contra Trump, y generalmente muestran que todos ellos pierden, salvo Michelle Obama. El historial electoral anterior de Harris es decepcionante: ganó la carrera a fiscal general de California en 2010 por menos de un punto porcentual, un margen minúsculo en comparación con los resultados de otros demócratas en el estado ese año. En 2014, tuvo un desempeño más o menos en línea con sus compañeros demócratas de California, y terminó su decepcionante campaña para la carrera presidencial de 2020 dos meses antes de que comenzaran las primarias. Las encuestas habían estado en los dígitos individuales.
Pero, al igual que con las encuestas hipotéticas, hay motivos para ser cautelosos a la hora de extrapolar los resultados electorales estatales a las elecciones presidenciales. La votación dividida es más frecuente en las elecciones de mitad de mandato, como aquellas en las que Harris se presentó anteriormente. Su oponente republicano en 2010 era un moderado que ya había ganado una elección en Los Ángeles, una ciudad populosa y fuertemente demócrata.
Harris probablemente buscará un compañero de fórmula que pueda reforzar el apoyo entre los grupos demográficos y en los estados en los que ella va a la zaga. Entre los posibles contendientes que se rumorea está Josh Shapiro, el popular gobernador de Pensilvania, que también es el estado clave más grande. En una encuesta, casi el 30% de los republicanos aprobaron su desempeño como gobernador, aunque lo que esos votantes sentirán sobre él si compite junto a Harris y contra Trump es otra cuestión. Otras posibilidades incluyen a Roy Cooper, el gobernador de Carolina del Norte, y Andy Beshear, el gobernador de Kentucky, un estado profundamente republicano de los Apalaches. Mark Kelly, el astronauta de Arizona convertido en senador, también ha sido mencionado.
Sin una primaria demócrata competitiva, es difícil saber cómo les irá a estos políticos en el escenario nacional y bajo la presión de una campaña presidencial. Si bien un candidato fuerte a la vicepresidencia puede ayudar, el destino de la campaña de Harris dependerá principalmente de sus propios hombros. Y a pesar de su perfil nacional, Harris todavía tiene margen para ascender (o caer). Alrededor del 7% de los encuestados le dicen a los encuestadores de YouGov que no tienen una opinión sobre ella, un margen mucho mayor del que necesitaría para vencer a Trump.
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