Foto: Mundotoro.com
Por Francisco Picornell
Plaza de toros de Valencia . 19 de Marzo. Novena de Feria
Siete Toros de Las Ramblas. Descastados, alguno feo, desiguales de presentación, flojos. En fin un asco. Alguno como el segundo y el quinto, muy justitos de presentación.
Juan Mora.- Silencio. Silencio,
Enrique Ponce.- Saludos desde el tercio, tras aviso. Silencio.
Castella.- Silencio. Oreja de plaza de pueblo o de Málaga.
En primer lugar salió un torete muy aparatoso de pitones, que desde un principio dejó ver que estaba falto de fuerzas en los cuartos traseros, de ahí que llegara a la muleta pegando cabezazos, que se acrecentaban cuando tocaba el engaño. No le cogió el sitio Juan Mora, que estuvo perfilero y citando con la muleta retrasada. Pinchazo hondo, dos descabellos. Silencio.
Era el cuarto pobre de cara, pese a arrojar en la romana 590 kg. Perdió las manos al iniciar la faena cantando su falta de fuerzas. Juan, lo pasó citando de perfil, con la muleta retrasada, sin cargar la suerte. Pinchazo hondo algo atravesado. Dos descabellos. Silencio.
El llamado maestro Ponce, no dejó pasar la ocasión de recibir un aviso. Además de lo que dicen algunos que es una mente privilegiada en esto del toro, es el que más avisos recibe. Pero estas estadísticas no las consultan sus corifeos.
Pobre de cabeza era el segundo. Cundió el pánico en banderillas y los hermanos Tejero pasaron un quinario para clavar. Como brindó al público, este le jaleaba hasta los enganchones. Toreó como en el es habitual, es decir como si fuera un funcionario, sin gracia ni arte alguno, con el pico de la muleta, sin cruzarse. En fin, que les voy a contar que ustedes no sepan, de este llamado fenómeno del toreo. Se puso pesado y le dieron un aviso, para que todo se hiciera conforme a lo programado. Estocada atravesada y trasera. Aviso, Descabello. Saludos desde el tercio.
Justito de presentación era el quinto. Hizo alarde de sus pillerías, el llamado maestro, para evitar que se cayera levantándole el capote. Inició el trasteo de muleta en los medios con la muleta a media altura para que el animalito no se desplomara, luego lección de pesadez de pico muletero y de ¡¡cuento!!. Tal vez esa pesadez fuera para que le dieran el aviso. Estocada caída. Silencio.
Era inválido el tercero, que se devolvió al corral dada su manifiesta falta de fuerzas.
Salió el sobrero, de la misma ganadería, feo como era el bordado del tarje de su matador. Con él, el Gabacho Castella no sabía a ciencia cierta que hacer. Se decidió por el trasteo perfilero para las afueras que es lo que mejor se le da. Luego mantazos bailando para entrar a matar y cobrar una estocada caída y atravesada.
El mejor de la tarde, o el único medio potable, era el sexto. Algo terciado, pero el que medio de se dejó. Distinta cuestión es que Castella lo supiera aprovechar.
El comienzo de la faena fue el clásico de este torero, es decir, citando desde el centro del redondel, estando el toro en las tablas para darle el pase cambiado por la espalda. Acto seguido pases que se me antojaron algo acelerados que terminaron en tandas con la derecha perfileras con el pico y para las afueras. Lo propio ocurrió cuando tomó el engaño con la izquierda. Pinchazo hondo trasero. Descabello. Oreja de pueblo.
Todos sabemos que con las figuras llega el inválido y luego en los callejones se lamentan y dicen eso de “cachis en la mar”, cuando saben que ese ganado se ha traído no por casualidad, sino porque ellos, sus veedores, sus apoderados, lo han escogido. Desde luego, el que no tiene culpa de nada es el público pagano.
Un saludo.