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Poema El cuervo de Edgar Allan Poe

Publicado el 22 marzo 2018 por Martikka

Poema El Cuervo de Edgar Allan Poe. Ilustración por Gustavo Doré

El poema narrativo “El cuervo” (The Raven), de Edgar A. Poe, fue publicado por primera vez en 1845 en el New York Evening Mirror y es uno de los poemas más famosos del autor que, aunque le reportó fama, no le reportó dinero.Nathaniel Parker Willis, editor del Mirror, presentó el poema como «inigualable en la poesía en inglés para sutil concepción, magistral ingenio de la versificación... se fijará en la memoria de quien lo lea».En The Raven el autor nos habla de la aparición de un cuervo en plena medianoche al narrador del poema, un joven estudiante triste y de luto por su amada. Nos habla de la frágil distancia que existe entre la locura y el terror bajo la condena de una épica sentencia de realidad: "Nunca más", repite el cuervo: "Nevermore!"

De tono musical y atmósfera sobrenatural, está inspirado en el cuervo hablador de la novela Barnaby Rudge -A Tale of the Riots of Eighty-[Relato de los disturbios del año 80] de Charles Dickens.El cuervo es un poema que nace bajo el rostro pálido de Poe y de su alma profunda en un intento de agradar tanto a las clases populares como a las clases de gustos refinados, tal y como explica el autor en su Filosofía de la Composición, ensayo que nos narra cómo fue el proceso de su creación y el método de escritura. Nada fue dejado al azar ni a la mera inspiración.

"Muchos escritores, especialmente los poetas, prefieren dejar creer a la gente que escriben gracias a una especie de sutil frenesí o de intuición extática […]
Consiste mi propósito en demostrar que ningún punto de la composición puede atribuirse a la intuición ni al azar; y que aquélla avanzó hacia su terminación, paso a paso, con la misma exactitud y la lógica rigurosa propias de un problema matemático".
Elizabeth Barrett escribió a Poe, «Tu 'cuervo' ha producido sensación, un ataque de horror, aquí en Inglaterra. Algunos de mis amigos se han dejado llevar por el miedo que produce y otros por su música. Oigo personas angustiadas por 'Nunca más'».

Pero también fue un poema considerado de poca calidad literaria y despreciado por William Butler Yeats, quien lo llamó «insincero y vulgar... su despempeño, una jugarreta rítmica».
A continuación, una de las mejores traducciones, la que realizó Julio Cortázar.

El cuervo

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,cabeceando, casi dormido,oyóse de súbito un leve golpe,como si suavemente tocaran,tocaran a la puerta de mi cuarto.“Es —dije musitando— un visitantetocando quedo a la puerta de mi cuarto.Eso es todo, y nada más.”
¡Ah! aquel lúcido recuerdode un gélido diciembre;espectros de brasas moribundasreflejadas en el suelo;angustia del deseo del nuevo día;en vano encareciendo a mis librosdieran tregua a mi dolor.Dolor por la pérdida de Leonora, la única,virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.Aquí ya sin nombre, para siempre.
Y el crujir triste, vago, escalofriantede la seda de las cortinas rojasllenábame de fantásticos terroresjamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,acallando el latido de mi corazón,vuelvo a repetir:“Es un visitante a la puerta de mi cuartoqueriendo entrar. Algún visitanteque a deshora a mi cuarto quiere entrar.Eso es todo, y nada más.”
Ahora, mi ánimo cobraba bríos,y ya sin titubeos:“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdónimploro,mas el caso es que, adormiladocuando vinisteis a tocar quedamente,tan quedo vinisteis a llamar,a llamar a la puerta de mi cuarto,que apenas pude creer que os oía.”Y entonces abrí de par en par la puerta:Oscuridad, y nada más.
Escrutando hondo en aquella negrurapermanecí largo rato, atónito, temeroso,dudando, soñando sueños que ningún mortalse haya atrevido jamás a soñar.Mas en el silencio insondable la quietud callaba,y la única palabra ahí proferidaera el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”Lo pronuncié en un susurro, y el ecolo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”Apenas esto fue, y nada más.
Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,toda mi alma abrasándose dentro de mí,no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.“Ciertamente —me dije—, ciertamentealgo sucede en la reja de mi ventana.Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,y así penetrar pueda en el misterio.Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,y así penetrar pueda en el misterio.”¡Es el viento, y nada más!
De un golpe abrí la puerta,y con suave batir de alas, entróun majestuoso cuervode los santos días idos.Sin asomos de reverencia,ni un instante quedo;y con aires de gran señor o de gran damafue a posarse en el busto de Palas,sobre el dintel de mi puerta.Posado, inmóvil, y nada más.
Entonces, este pájaro de ébanocambió mis tristes fantasías en una sonrisacon el grave y severo decorodel aspecto de que se revestía.“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,no serás un cobarde,hórrido cuervo vetusto y amenazador.Evadido de la ribera nocturna.¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbadopudiera hablar tan claramente;aunque poco significaba su respuesta.Poco pertinente era. Pues no podemossino concordar en que ningún ser humanoha sido antes bendecido con la visión de un pájaroposado sobre el dintel de su puerta,pájaro o bestia, posado en el busto esculpidode Palas en el dintel de su puertacon semejante nombre: “Nunca más.”
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.las palabras pronunció, como virtiendosu alma sólo en esas palabras.Nada más dijo entonces;no movió ni una pluma.Y entonces yo me dije, apenas murmurando:“Otros amigos se han ido antes;mañana él también me dejará,como me abandonaron mis esperanzas.”Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”
Sobrecogido al romper el silenciotan idóneas palabras,“sin duda —pensé—, sin duda lo que dicees todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendidode un amo infortunado a quien desastre impíopersiguió, acosó sin dar treguahasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,hasta que las endechas de su esperanzallevaron sólo esa carga melancólicade ‘Nunca, nunca más’.”
Mas el Cuervo arrancó todavíade mis tristes fantasías una sonrisa;acerqué un mullido asientofrente al pájaro, el busto y la puerta;y entonces, hundiéndome en el terciopelo,empecé a enlazar una fantasía con otra,pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,lo que este torvo, desgarbado, hórrido,flaco y ominoso pájaro de antañoquería decir granzando: “Nunca más.”
En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,quemaban hasta el fondo de mi pecho.Esto y más, sentado, adivinaba,con la cabeza reclinadaen el aterciopelado forro del cojínacariciado por la luz de la lámpara;en el forro de terciopelo violetaacariciado por la luz de la lámpara¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!
Entonces me pareció que el airese tornaba más denso, perfumadopor invisible incensario mecido por serafinescuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,por estos ángeles te ha otorgado una tregua,tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!¡Apura, oh, apura este dulce nepentey olvida a tu ausente Leonora!”Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!¡Profeta, sí, seas pájaro o demonioenviado por el Tentador, o arrojadopor la tempestad a este refugio desolado e impávido,a esta desértica tierra encantada,a este hogar hechizado por el horror!Profeta, dime, en verdad te lo imploro,¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?¡Dime, dime, te imploro!”Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,ese Dios que adoramos tú y yo,dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edéntendrá en sus brazos a una santa doncellallamada por los ángeles Leonora,tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgenllamada por los ángeles Leonora!”Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Sea esa palabra nuestra señal de partidapájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentiraque profirió tu espíritu!Deja mi soledad intacta.Abandona el busto del dintel de mi puerta.Aparta tu pico de mi corazóny tu figura del dintel de mi puerta.Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.Aún sigue posado, aún sigue posadoen el pálido busto de Palas.en el dintel de la puerta de mi cuarto.Y sus ojos tienen la aparienciade los de un demonio que está soñando.Y la luz de la lámpara que sobre él se derramatiende en el suelo su sombra. Y mi alma,del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,no podrá liberarse. ¡Nunca más!

Poema original:Once upon a midnight dreary, while I pondered weak and weary,Over many a quaint and curious volume of forgotten lore,While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping,As of some one gently rapping, rapping at my chamber door.`’Tis some visitor,’ I muttered, `tapping at my chamber door –Only this, and nothing more.’

Ah, distinctly I remember it was in the bleak December,And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.Eagerly I wished the morrow; – vainly I had sought to borrowFrom my books surcease of sorrow – sorrow for the lost Lenore –For the rare and radiant maiden whom the angels named Lenore –Nameless here for evermore.
And the silken sad uncertain rustling of each purple curtainThrilled me – filled me with fantastic terrors never felt before;So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating`’Tis some visitor entreating entrance at my chamber door –Some late visitor entreating entrance at my chamber door; –This it is, and nothing more,’
Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer,`Sir,’ said I, `or Madam, truly your forgiveness I implore;But the fact is I was napping, and so gently you came rapping,And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door,That I scarce was sure I heard you’ – here I opened wide the door; –Darkness there, and nothing more.
Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,Doubting, dreaming dreams no mortal ever dared to dream before;But the silence was unbroken, and the darkness gave no token,And the only word there spoken was the whispered word, `Lenore!’This I whispered, and an echo murmured back the word, `Lenore!’Merely this and nothing more.
Back into the chamber turning, all my soul within me burning,Soon again I heard a tapping somewhat louder than before.`Surely,’ said I, `surely that is something at my window lattice;Let me see then, what thereat is, and this mystery explore –Let my heart be still a moment and this mystery explore; –‘Tis the wind and nothing more!’
Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,In there stepped a stately raven of the saintly days of yore.Not the least obeisance made he; not a minute stopped or stayed he;But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door –Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door –Perched, and sat, and nothing more.
Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,By the grave and stern decorum of the countenance it wore,`Though thy crest be shorn and shaven, thou,’ I said, `art sure no craven.Ghastly grim and ancient raven wandering from the nightly shore –Tell me what thy lordly name is on the Night’s Plutonian shore!’Quoth the raven, `Nevermore.’
Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,Though its answer little meaning – little relevancy bore;For we cannot help agreeing that no living human beingEver yet was blessed with seeing bird above his chamber door –Bird or beast above the sculptured bust above his chamber door,With such name as `Nevermore.’
But the raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only,That one word, as if his soul in that one word he did outpour.Nothing further then he uttered – not a feather then he fluttered –Till I scarcely more than muttered `Other friends have flown before –On the morrow he will leave me, as my hopes have flown before.’Then the bird said, `Nevermore.’
Startled at the stillness broken by reply so aptly spoken,`Doubtless,’ said I, `what it utters is its only stock and store,Caught from some unhappy master whom unmerciful disasterFollowed fast and followed faster till his songs one burden bore –Till the dirges of his hope that melancholy burden boreOf “Never-nevermore.”‘
But the raven still beguiling all my sad soul into smiling,Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird and bust and door;Then, upon the velvet sinking, I betook myself to linkingFancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore –What this grim, ungainly, ghastly, gaunt, and ominous bird of yoreMeant in croaking `Nevermore.’
This I sat engaged in guessing, but no syllable expressingTo the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom’s core;This and more I sat divining, with my head at ease recliningOn the cushion’s velvet lining that the lamp-light gloated o’er,But whose velvet violet lining with the lamp-light gloating o’er,She shall press, ah, nevermore!
Then, methought, the air grew denser, perfumed from an unseen censerSwung by Seraphim whose foot-falls tinkled on the tufted floor.`Wretch,’ I cried, `thy God hath lent thee – by these angels he has sent theeRespite – respite and nepenthe from thy memories of Lenore!Quaff, oh quaff this kind nepenthe, and forget this lost Lenore!’Quoth the raven, `Nevermore.’
`Prophet!’ said I, `thing of evil! – prophet still, if bird or devil! –Whether tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,Desolate yet all undaunted, on this desert land enchanted –On this home by horror haunted – tell me truly, I implore –Is there – is there balm in Gilead? – tell me – tell me, I implore!’Quoth the raven, `Nevermore.’
`Prophet!’ said I, `thing of evil! – prophet still, if bird or devil!By that Heaven that bends above us – by that God we both adore –Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,It shall clasp a sainted maiden whom the angels named Lenore –Clasp a rare and radiant maiden, whom the angels named Lenore?’Quoth the raven, `Nevermore.’
`Be that word our sign of parting, bird or fiend!’ I shrieked upstarting –`Get thee back into the tempest and the Night’s Plutonian shore!Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!Leave my loneliness unbroken! – quit the bust above my door!Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!’Quoth the raven, `Nevermore.’
And the raven, never flitting, still is sitting, still is sittingOn the pallid bust of Pallas just above my chamber door;And his eyes have all the seeming of a demon’s that is dreaming,And the lamp-light o’er him streaming throws his shadow on the floor;And my soul from out that shadow that lies floating on the floorShall be lifted – nevermore!


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