He elegido volver a la eterna adolescencia
(no importa cuando empieza
no importa cuando acaba)
lugar del pasado en el que (de sobrar algo) sobran las energías.
Entre límites ambiguos
se va haciendo el perdedor
sin saber muy bien qué se pierde y qué se gana.
Huele a aulas, a patios deportivos, a comidas calientes, a prohibiciones.
Huele a una libertad condenada.
Huele tan fuerte que anula cualquier otro olor:
el olor a verano, el olor a mar, el olor a era, el olor a siesta,
el olor a los primeros amores no correspondidos,
el olor a libros.
Espíritu inquieto,
no encuentra un cuerpo donde alojar sus sueños,
odia el desarrollo humilde de la materia desgarbada.
Se forja la prudente reserva,
la independencia de criterio,
la opinión contraria sobre lo que juzga equivocado
y lo mantiene siempre desenvolviéndose como un extraño en un mundo ajeno.