Un impulso misterioso me ordenaba
dirigirme presuroso por la senda
La que a la Puerta del Templo me llevaba
Y entré tras mucho golpear, pero una venda
Al instante me cegó y me despojaron
De las pocas pertenencias que portaba.
En un sótano frío me dejaron.
La puerta tras de mí quedó cerrada.
La luz de una vela alumbró mi estadía
En la húmeda tumba en que me encontraba.
Azufre, mercurio, trigo y tierra había
Y un cráneo sonriente y mudo me miraba.
Leí "visita el interior de la Tierra
Y rectificando hallarás la Escondida
Piedra", la frase que en V.I.T.R.I.O.L. se encierra,
¿Qué me está diciendo este alquímico enigma?
Medité en silencio. Pasé mucho tiempo
envuelto en ideas, repasé mi vida,
Me puse por fin a hacer mi Testamento.
Buscaría en mí esa Piedra Escondida.
Oí que una voz poderosa y solemne
Ordenaba ¡entre columnas ponedle
Y que al tercer golpe de mazo en Oriente
Quitadle las vendas y que vea la Luz!
Me asombró ver del Número la elocuencia
con que en su silencio impávido me hablaba
y su expresión en figuras geométricas
Simples que a un nuevo despertar me llamaban.
¡Qué manera portentosa de enseñanza
Aquella tan natural del simbolismo!
¡Qué belleza cuando al espíritu alcanza
La Verdad susurrando en un guarismo!
Para el ciego, la cifra es solo un número
Y la Geometría, cosas de figuras
Y las herramientas, instrumentos mudos
Mientras el alma habita entre penumbras.
Aprendiz por siempre, vi que en el esfuerzo
silencioso y arduo junto a mis hermanos
por virtud de ciencia, justeza y trabajo
En templos vivientes nos edificamos.
Trabajé en las gildas obrando con celo,
Aprendí de todos, labré con firmeza,
Veré la Catedral elevarse al cielo
En toda su fuerza, sapiencia y belleza.
Egipto y Caldea con su astronomía
Brillan al Saliente y también la India.
Nos traen sus ecos de sabiduría
Las ciencias, las artes, la filosofía
De Grecia y de Roma hacia Mediodía.
Al Norte, en los bosques, los misterios Druidas.
Judíos y árabes, kabbalah y alquimia,
Dieron a Occidente en profundas doctrinas.
¡Todo me mostraba un mismo designio!
¡Todos los caminos a un mismo destino!
¡Todos los misterios, por el Raciocinio
Se rebelan al hombre que busca en sí mismo!
¡Todo el Universo se hace inteligible
Y en el fervor del asombro científico
Sentimos cual gozo de un éxtasis místico
Al ver por doquier el Eterno Equilibrio!
Pasaron los años, cientos de tenidas
Tallando en mí alma sublimes consignas,
Ví que el idioma de Dios es la Física,
Que el Arte, la Ciencia y la Fé convergían
Y maravillado, vi que no hace falta
Del rígido dogma, de irracionalismos,
¡Para ver en Dios la Razón más Alta
Libre de los velos del oscurantismo!
No un Ser caprichoso que premia o castiga,
No un dios investido del capricho humano,
¡Sí un Dios confiable en Sus Leyes Divinas
Portando una escuadra y compás en Sus manos!
Al correr del tiempo, capté que el Oriente
No era un lugar, sino la Conciencia
De la parte en el Todo, permanentemente
En el Equilibrio y en su unión perfecta.
Oriente es un punto en la mente despierta
Que todo misterio refleja y devela,
"satori" en el yoga, en Teillhard, "punto Omega"
Y en Apocalipsis la "Jerusalén Nueva".
Conciencia que reúne los pares de opuestos,
Conciencia que es puente entre Cielo e Infierno,
La Piedra Escondida en el corazón tierno
¡Labrada a la Gloria del Gran Arquitecto!