Revista Libros
Los rostros de nuestra tristeza reían juntos escondidos tras las sombras de la noche
Reían tomados de la mano con la alegría de saber que se puede reír después de haber llorado.
Reían con alegres voces como si hubiesen bebido el vino de la fiesta
Reíamos juntos. Tú llevabas una diadema de flores sobre la cabeza y yo un corazón lleno de estrellas.