

“El revés del tiempo, su negra espalda, su vuelco”Shakespeare.
Imposible, después de zarandajas tardes, la esplendida bondad.En lo inconmensurable un grupo de memas, como rinocerontes en treboladas parameras,de cantos y remos sobre las olas, probablemente, su señales luminosas apenas tísicas de sueños en derruidos faros, su naufragio de color como la ausenciajamás al sentimiento, a su caminata siniestra, a su tremenda sombra.
Y la ventana; retrato de las contemplaciones, como ángelus mas o menos alrededor de la saudade,esplendente parece desde el véspero un aprisco de melancolías.
Ella, Aldebarán sin sístole, en el firmamento luciérnaga su lamento.
Caminantes hacia la tenebrosidad, los termiteros de ciegos entre las callesestrechamente de color taciturno el triste rostro, el buque, de pátina, de espejismo y sucio óleo, de vergüenza.
Un toque agonizante luego la mirada como una pesadumbre de ahorcado en la galeradespuésotra vezel amor los dos como barcos hacia el fondoy la noche con su tesoro en los labios.
Afuera el desamparo, el desierto.Desde una lucerna relucientes dioses rotosEtéreos, etéreos, quizás, acaso en caricias el amor eterno…
