
A lo largo del tiempo algunos (muy pocos) amigos han tenido la gentileza de dedicarme algún poema, y creo que no es mala cosa darlos a conocer, haciendo de paso siquiera un mínimo elogio de los libros en que aparecieron. Y empezaré por el más reciente, incluido en Enclave de barro de Antonio Marín Albalate. En este pequeño y hermoso conjunto de veintidós breves poemas, que no por breves y aparentemente leves dejan de doler, punzantes y callados, en este libro de breves y leves honduras, decía, cambia Antonio el que ha venido siendo uno de sus Leitmotiv habituales (la nieve) por el barro de la edad y el desencanto que el tiempo nos allega. El poema —sin título, como muchos de los suyos, y del que soy no sólo dedicatario sino también involuntario personaje— es éste:
A Ángel Paniagua.
¿CÓMO me verán
esas muchachascon las que todavíasueño fugarmea no sé dónde?¿Cómo me verán,cuando así las miro,Ángel, desde esta tristemiopía de canas y barro?No te ven —dice Paniagua.Wikio