Como la mayoría de los alemanes de su generación, la vida de Bertolt Brecht estuvo marcada por dos terribles guerras mundiales. Aunque durante la primera, que aconteció cuando todavía era muy joven, se dejó llevar por la ola de patriotismo que asoló todo el país, bien pronto, con la llegada de los primeros soldados terriblemente mutilados y avergonzados por la derrota, Brecht advirtió la verdadera naturaleza de los conflictos y la de los canallas que los alientan. Una balada compuesta en 1919, acerca de un cadáver putrefacto de un soldado alemán, que los mandos desentierran para utilizarlo como carne de cañón, le valió una acusación de alta traición. Un poco más adelante, los nazis utilizaron sus escritos para declararlo enemigo del pueblo y retirarle la nacionalidad alemana. Para el escritor comenzaría un largo periplo que le llevó de exilio en exilio por las capitales de medio mundo.
Quizá la premonición del catastrófico porvenir le llevó a escribir estos versos, que desarrollan la idea del carpe diem:
No os dejéis engañarcon que la vida es poco.Bebedla a grandes tragosporque no os bastarácuando hayáis de perderla
La idea de escritor comprometido con su tiempo, que asume el deber de denunciar tremendas injusticias se encuentra en este manifiesto autobiográfico:
Soy un autor dramático. Muestrolo que he visto. Y he visto mercados de hombresdonde se comercia con el hombre. Estoes lo que yo, autor dramático, muestro.
Personalmente, me conmueven estos versos, que demuestran una tertura desmesurada por los objetos, por su utilidad más allá de su uso cotidiano, por el arraigo a instrumentos que otros encontrarían perfectamente inútiles:
De todos los objetos, los que más amoson los usados.Las vasijas de cobre con abolladuras y bordes aplastados,los cuchillos y tenedores cuyos mangos de maderahan sido cogidos por muchas manos. Éstas son las formasque me parecen más nobles. Esas losas en torno a viejas casas,desgastadas de haber sido pisadas tantas veces,esas losas entre las que crece la hierba, me parecenobjetos felices.
Pero en lo que más destaca Brecht es en reflejar en sus escritos el terrible ambiente que impregnó Europa en la Segunda Guerra Mundial. Una realidad de terror, muerte y destrucción de la que no se libraban los más inocentes. Hay un poema durísimo acerca de una peregrinación de niños que trata de huir de la guerra y van muriendo poco a poco y otros que reflejan la conmoción de los alemanes al ver sus ciudades y pueblos - es decir, su alma - destruídas por los bombardeos. Se puede criticar su militancia comunista y su aceptación en 1955 del premio Lenin de la Paz, un equivalente al Nobel que otorgaba la Unión Soviética, pero sus Poemas y canciones quedan como una de las cumbres de la literatura de denuncia escrita en unos tiempos muy oscuros.