Revista Cultura y Ocio
© Foto: Isabel EriceMARGARITA BLANCO ZALDIVAR (Camagüey, Cuba, 1984)
Sábanas de la tarde
Esposadas al cordel, luchan contra los azotesdel viento, la burla de la lluvia. Confíanen que alguien las guardará en la gaveta,las doblará con ternura al final del día.No saben que se ha idoy las ha dejado a merced del tiempo.
Ser
El helado se derrite en mi mano.Una gota cae sobre el vestido.La dejo ser.Las religiones se disputan el Ser.Los filósofos discuten sobre el Ser.Mientras,una mancha oscuraesen mi ropa.
Nunca podré crear
Excepto quizás una vida más larga/ paraencontrar nuevas excusas.Charles Bukowski
Escribiré solo cuando tenga la habitación propicia.O propia. Ahora es imposible. Duermo en la sala.Dos viejas señoras llegan todos los díasa coserse con mi madre,y yo debo apurarme para desayunar, pues la mesase ocupará con telas y carretes. Pero me digo quesi no escribo ahora, si no soy capaz de encerrarmedebajo del sofá, gruñendo como un perromientras las voces de las señoras golpeancon saña mis oídos,perderé definitivamente el apetito.
Escrito en el reverso de una foto de Nobuyoshi Araki
Cuando la geisha camina por el bulevar,el tenue parpadeo eleva de sus ojos gotas de vapor.Los hombres le brindan cervezas, le implorandeliciosamente abrirse.Al andar ella tuerce un pie hacia adentro.
Canto a mí misma
No soy Helena de Troya, pero soy bella,le digo cada mañana al espejo.No necesito una ciudad a mis pies,o la ruina de una ciudad a mis piespara saberme dichosa. Mi nombre es otro,mi nombre clavado entre inútiles palabras.No soy Helena, pero al barrer estas cenizasalgo habrá sido diferente.
© Margarita Blanco Zaldivar De la plaquette Quién anda ahí, Ediciones Macondo