Recuerdo aquella noche de enero en Córdoba, camino a Cosquín desde Santa María de Punilla, cuando al acercarnos a unas cuadras de la plaza Próspero Molina, se escuchaba la entonces potente voz de Horacio Guarany cantando: Si el vino viene, viene la vida.Y algo de cierto debe haber en esas siete palabras, pues desde los orígenes de las distintas civilizaciones en el mundo, el hombre amó, sufrió, lloró y olvido, frente a un vaso de vino.
Según cuenta Rod Philips en su libro, “Breve historia del vino” ( A short Story of wine)
éste en realidad fue descubierto, como tantas otras cosas, por casualidad y narra que en Babilonia el rey persa Dysemsit almacenó uvas en un sótano de su palacio para consumir fuera de la estación. Obviamente estas uvas con el correr del tiempo fermentaron y desprendieron anhídrido carbónico, intoxicando a los que las cuidaban. Esta situación les hizo creer que las uvas se habían vuelto muy venenosas. Una de sus concubinas al intentar suicidarse por el desprecio del rey, tomando este jugo envenenado, muy contrariamente a lo que se suponía se sintió muy feliz y radiante. Al presentarse ante el rey con su alegría contagiosa, este la prefirió entre las otras.
Puede llegar a decirse que esta mujer fue la descubridora de las bondades del vino... y de las festicholas que se armaron a partir de este equívoco.
Omar Kayan, conocido como el poeta del vino nacido en Nichapur, Persia, hacia el año 1040 de la era cristiana libertino y sibarita decía:
“¿Que yo del vino soy devoto ciego?
Y bien, lo soy.
¿Que soy infiel, idólatra del fuego?
Y bien, lo soy.
Cada uno de mí en su idea fía;
más yo, dueño de mí, tengo la mía:
Soy lo que soy.”Desde los valses de Strauss con “Vino, mujeres y canto” pasando por José Feliciano, Julio Iglesias, Serrat, y tantos otros de diversas nacionalidades y estilos el vino siempre tuvo algún trovador y/o poeta.
Pero ya no hay que buscarlos en alguna tasca, en algún bar o cantina, en una céntrica confitería, o en un renombrado restaurant, no, los poetas del vino escriben ahora en el traste de la botella, esa a la que nadie presta demasiada atención, pues siempre interesa más el contenido que el envase que lo contiene.
Debo confesar que en el súper, en la vinería o en el salón de “Delicatesen” uno lee (me refiero al consumidor estándar) primero el precio, y luego la marca y la frase poética del culo de la botella.Frases que palabras más o menos dice todas así:
“Vino muy elegante de color rojo rubí con tonos púrpura y de buena intensidad.
Posee aromas a cerezas, moras y guindas, que se mezclan con hierbas y especias.
Es equilibrado y de un largo final.
Es un vino joven, frutal, fácil de tomar.”, esto es seguro hasta que se te sube a la cabeza y se pone difícil de controlar.
O bien ésta:
“De un rojo intenso y vivaz, déjate llevar por esa mezcla única de aromas a pimienta negra.
Percibí en boca una agradable sensación de frutas con un final amable, aromático y equilibrado.” y aquí te preguntás: Todo esto dentro de una botella..¡¡
O esta otra:
“De color rojo rubí profundo con lejanos matices violáceos y aromas frutados que recuerdan al cassis y a la guinda en una grata comunión con la vainilla y el tostado, producto de su paso por el roble.” Tomo esta copita y no tomo más, porque se está mezclando la torta de vainilla, con el tostado del medio día, y la silla de roble donde estoy sentado.
Y esta, cortita, cortita:
“Frutas frescas maduras, tales como moras y grosellas negras. Vino franco y abierto , fácil de beber, taninos suaves con un ataque lleno de fruta y un agradable final.”
Y vos leyendo la frasecita, mientras esperas que vuelva la damita a la que invitaste a una cena que te está saliendo un ojo de la cara, brindás solito deseando que realmente sea un agradable final, sin importarte ni las moras ni las grosellas ( total, todas se depilan), y que el ataque no sea lleno de frutas, sino de sexo bueno. Salud por eso.
Finalmente, no sé si el marketing indica que el consumidor se siente más atraído por las marcas que describen más poéticamente el producto, o son más aquellos que toman como válida la norma que indica “que el mejor vino, es el que a Ud. le gusta”
Y como es obvio, esto merece un brindis. “Por todos Uds.
SALUD.” ( y plata, que en que gastarla no falta)
Chau.,
Andrés Calamaro: Brindo....
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