Revista Poesía
No amar la poesía es no amar la vida, porque la vida es poesía. La grandeza del espíritu se encierra en los versos de un poema. Sólo de lo más profundo de un corazón seco e ignorante se puede pronunciar que Benedetti o Cortazar son ridículos. La belleza y desgarradora prosa de " A la izquierda del Roble" , el profundo grito de auxilio y reflexión de " Que les queda a los jóvenes?" y la sensual y erótica narración del capítulo 7 de Rayuela , son la mejor representación de la sensibilidad e inteligencia del escritor y la necesidad de compartir los sentimientos más sublimes: tristeza, alegría, dolor, pasión.......La poesía nos conduce hacia el éxtasis y paroxismo de nuestra sensibilidad, despertando la conciencia de nuestra trascendencia y a la vez vulnerable existencia. Ignorar el llamado de la belleza del espíritu plasmado en letras, es negar la belleza de la vida. Si abrimos nuestro corazón podemos exclamar que "Amar la poesía es amar la vida, porque la vida es poesía."