El discípulo de Fernando de Herrera
Clasificación: Poesía
Editorial: Alfar
Los llamados autores de segunda fila lo son porque han tenido otros por delante eclipsándolos. Recuerdo una conversación con Gregorio Bartolomé en la que proponía que si las letras españolas no hubieran tenido El Quijote, habrían tenido La Celestina y si no, La Regenta. No le faltaba ninguna razón a este argumento.
En concreto, en el libro que hoy recomendamos -Poesías completas, de Cristóbal Mosquera de Figueroa- se da la premisa de que es más jugoso e interesante el trabajo de estudio de Mosquera y la edición comentada por Jorge León Gustà que los propios poemas de Mosquera. No porque sean malos versos, ni siquiera porque la temática estuviera mal escogida, sino porque estos libros en los que prima el motivo religioso, la devoción y en concreto, una devoción del XVI tipo pasos de Semana Santa que incide en el castigo divino, en la penitencia y en el pecado van quedando desfasadas hasta desde Roma, con un Papa que está poniendo un gran empeño en que la justicia divina se adapte a los tiempos.
Es decir, está haciendo lo que muchos cristianos opinan, suponer un escenario en el que un nuevo Cristo juzgara lo que hay en este apasionante tercer milenio. Por lo pronto, con todo el Concilio Vaticano II la sensación de que el mensaje que viene de Roma se adapta a los tiempos es mayor ahora que desde que tengo uso de razón.
Sin embargo, Jorge León Gustà explica, adapta e interpreta con maestría las claves culturales que nos sitúan en aquel, también, apasionante Siglo XVI en el que era Madrid, en este caso Sevilla, quien abría las puertas al Renacimiento e introducía nuevos metros, y lo que terminó denominándose Il dolce stil novo que llegaba a estas tierras, sin duda, para quedarse. Relata aquellas primeras conversaciones entre Garcilaso y Boscán con Navajero y cómo se adaptaron aquellos poemas de amor al gusto marcado por la Contrarreforma.
El resultado es un libro muy pulido y trabajado, una curiosidad bibliográfica que de no comprarse ahora, les aseguro, será casi imposible de adquirir más tarde con un escenario en el que las ediciones se devuelven sin salir de las cajas por falta de demanda. Al menos, eso dicen los libreros porque las estadísticas de la última Feria del Libro dicen lo contrario.
Se trata de un volumen contundente por peso y tamaño, de los que es mejor disfrutar en casa, también por el riesgo a perder algo irrecuperable. Eso sí, si va a quedar en una estantería cogiendo polvo no duden en sacarlo, leerlo y disfrutarlo aunque sea corriendo riesgos. Soy de esa escuela, un libro sin lector es un desperdicio. En la cubierta un gran retrato de Cristóbal Mosquera de Figueroa a cargo de Felipe de Liaño. Que lo disfruten.
Adolfo Caparrós Gómez de Mercado