Revista Cultura y Ocio

Poeta en Nueva York

Publicado el 03 julio 2018 por Rubencastillo
Poeta en Nueva York
Me releo, para abrir el verano de 2018, los versos de Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, que vuelvo a encontrar llenos de imágenes sorprendentes, poderosas construcciones verbales y delirante magia onírica. Qué manera de sentirme traspasado por las palabras del granadino. Sería muy presuntuoso si dijera que lo he entendido totalmente. No ha sido así. Ni ocurrió en la primera lectura, ni en la segunda, ni en ésta (me he negado a leer todo tipo de notas a pie de página o explicaciones eruditas sobre el poemario). Pero añadiré que sí lo he sentido. Sus adjetivos y sus insólitas metáforas se me colaban por los ojos, reptaban por el interior de mi cabeza y dibujaban luces en mis oídos. Hay poemas que me ha gustado releer tres o cuatro veces (“Paisaje con dos tumbas y un perro asirio”) y otros donde me entusiasman las claves psicológicas que contiene (“Oda a Walt Whitman”). Todo el poemario es como el fruto de una borrachera de sensaciones, una embriaguez furiosa de sustantivos y adjetivos que copulan en una atmósfera de aceite y LSD. Quizá se antoje sacrílego, pero yo creo que el poeta no quería “decir” nada con estas páginas: quería “transmitir” un estado de ánimo. No hay racionalidad ni cálculo en estos versos. No hay premeditación ni estrategia. Hay tumultos interiores de lava que no sabe por dónde salir y excava pasadizos. Federico sólo le puso las palabras a ese vulcanismo telúrico. Palabras maravillosas, por cierto. Palabras que no quiero que nadie me explique, para que no reduzca su magia. “Mi rostro distinto de cada día”. “Hay un dolor de huecos por el aire sin gente”. “A veces las monedas en enjambres furiosos / taladran y devoran abandonados niños”. “Te dejaré pacer en mis mejillas”. “El que teme la muerte la llevará sobre los hombros”. “Quiero llorar porque me da la gana, / como lloran los niños del último banco, / porque no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja, / pero sí un pulso herido que ronda las cosas del otro lado”. “Yo no pregunto, yo deseo”. “La verdad de las cosas equivocadas”. “Hay barcos que buscan ser mirados para poder hundirse tranquilos”. “Yo denuncio a toda la gente / que ignora la otra mitad”.

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