Pieter Brueghel el Viejo, Cazadores en la nieve (1565) Museo de Historia del Arte de Viena
En la condición de la nieve está el mismo aliento del aire. En su fría residencia, la llama que lo anula. También nosotros somos de nieve. Un fuego lento o un frío viento nos aquieta y adormece hasta que la luz palidece y el alma se difumina.