Revista Viajes

Poitou-Charentes, Semana Santa 2015 (I)

Por Martafr1975

Bañado por la brisa del Atlántico, la región francesa de Poitou-Charentes ofrece un pot-pourri de paisajes y actividades. Desde verdes valles salpicados de iglesias y abadías románicas, castillos y poblaciones medievales a paisajes costeros con lánguidas playas y profundos acantilados.

Un destino donde la gastronomía también nos deja importantes y deliciosos manjares como las ostras, los mejillones y otros alimentos que ofrece su costa. Pero si hay algo mundialmente conocido de la región es el famoso aguardiente que debe su nombre a la población donde se destila, Cognac.

Viernes 27 y sábado 28 de abril

Salimos de Barcelona a la hora prevista, y tras cinco horas y cuarto de ruta y 482 kilómetros paramos a dormir en la estación de servicio pasado Cahors. Por la mañana, temprano y después de tomarnos un café, seguimos la ruta hasta nuestro destino.

Llegamos a Saint-Georges-lès-Baillargeaux, a unos kilómetros de Poitiers, poco después de mediodía, donde instalamos nuestro campo base en el camping Le Futuriste para visitar la región.

Poitiers, es la capital del departamento de La Vienne y su principal atracción turística es el parque temático de Futurescope, parque que nosotros no vamos a visitar porque el tema futurista y 3d no nos apasionan demasiado. Así que nuestro plan en esta pequeña ciudad es dar un paseo por el centro histórico recorriendo sus animadas calles y admirando su patrimonio histórico, especialmente la iglesia de Notre-Dame-la-Grande, cuya magnífica fachada totalmente cubierta de esculturas es una de las obras maestras del Románico francés del siglo XII.

A pesar de ser ya primavera, la temperatura es algo invernal y el cielo cubierto por una espesa nube gris no hace por favorecer al clima. Una sopa, eso sí, de tetrabrick, antes de ir a dormir nos sienta de maravilla para entrar en calor.

Poitiers

Poitiers

Domingo 29 de marzo

El día vuelve a despertar con el cielo lleno de nubes y un constante chiribiri que va empapando sin darte demasiada cuenta. Hace viento, pero a pesar de ello, el clima no nos impide hacer lo que teníamos previsto.

Empezamos con una visita a Chauvigny. A 20 kilómetros de Poitiers, sus cinco castillos sobre un mismo promontorio hacen de esta pequeña localidad uno de los entornos más bonitos de Francia. Es domingo de Ramos y todo el pueblo se dirige hacia la iglesia de Notre-Dame a bendecir la palma. Los menos creyentes, aprovechamos para dar un paseo por el mercado de brocanters que se ubica en la Place del Marché, una de mis mayores pasiones cuando vengo a Francia y de la que tengo una buena aprendiza, mi hija que disfruta tanto o más que yo viendo antigüedades y objetos vintage.

Chauvigny

Como el día no acompaña para hacer un picnic, aunque el entorno es excepcional, optamos por comer en una pequeña crêperie de Chauvigny, La Bigorne, situada en la Place du Donjon, en pleno centro de la ciudad medieval. Buen servicio y excelentes galettes.

Seguimos nuestra ruta hacia Saint-Savine, donde su románica abadía construida en el 820 fue clave para la cristianización de la región. Hoy es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Angles-sur-l’Anglin es uno de Le Plus Beaux Villages de France. Construido sobre un promontorio a orillas del río Anglin y coronado por un castillo en ruinas, la imagen de postal es de lo más bucólica. Para entrar en calor, nada mejor que tomarse un té en la tetería que hay en la entrada del pueblo, justo antes de pasar el puente. La humedad penetrante se alivia con una taza caliente al lado de una chimenea encendida.

Angles-sur-l'Anglin

De camino al camping quisimos ver el Château de Touffou, a las afueras de Bonnes, pero hasta el 1 de abril, igual que la mayoría de lugares turísticos y campings, no abren sus puertas al público. Esto es algo que hay que tener en cuenta cuando se visita Francia en Semana Santa. Si nuestras vacaciones caen antes del mes de abril, puede costarnos encontrar lugares turísticos abiertos ya que sus vacaciones escolares no coinciden con las nuestras. La temporada turística empieza en abril, independientemente de las fechas de Semana Santa.

Lunes 30 de marzo

Después de llover todas la noche el día no amanece mucho mejor. La previsión meteorológica no es muy halagüeña, pero estamos aquí y hay que aprovechar el día sea como sea. Así que recogemos la caravana y nos dirigimos hacia Marais Poitevins. Una extensa zona verde, surcada por cientos de canales y acequias y que dan nombre a la, también, llamada Le Venice Vert.

Hay tres tipos de marismas, las húmedas, las más conocidas donde reina la piate o el batais, un tipo de embarcación de fondo plano que se mueve ayudándose de una pértiga; las desecadas, entre el mar y el interior, donde se ofrece al viajero un paisaje abierto, escasamente arbolado donde la vegetación se concentra a lo largo de los canales y por último, la bahía de Aiguillon, donde vuelven a surgir los humedales entre marismas, ya en las proximidades del Atlántico, un entorno poblado por aves marinas, tanto autóctonas, como migratorias.

Si el tiempo acompaña, se pueden alquilar bicis y recorrer en ella algunos de los circuitos que se proponen, pero la incesante lluvia no nos ha permitido poder hacerlo así, que era como lo teníamos previsto. No nos ha quedado otro remedio que ver las marismas desde el coche sin adentrarnos como podríamos haberlo hecho con las bicis.

Marais Poitevin

Por la tarde llegamos a La Rochelle y, después de mirar varios campings que hasta el primero de abril no abren, hemos ido a parar al Camping Municipal de Port Neuf. No es gran cosa, pero está bien situado, los servicios están limpios y las duchas preparadas para el invierno, importante con estas temperaturas.

Como el día no ha sido muy provechoso, al atardecer decidimos ir a cenar a La Rochelle. Cerca del Port Vieux y del centro histórico se concentran decenas de restaurantes donde el pescado y el marisco son los protagonistas. El restaurante L’Affaire de Gout en la rue Saint-Jean-du-Pérot ofrece una buena alternativa, buenos platos con pescado fresco y unos postres deliciosos repletos de chocolate. El servicio es muy atento y cordial.

A pesar de todo, acabamos el día con buen sabor de boca.

Martes 31 de marzo

¡Sigue nublado y lloviendo! Pero estamos en La Rochelle y hay que aprovechar el día para visitar esta preciosa ciudad aunque sea bajo un cielo gris… pero para nuestra sorpresa, a medida que pasa el día, el sol nos dará un respiro de tanta lluvia.

Bañada por el Atlántico, La Rochelle está protegida por tres torres medievales tras las cuales se ubica el Vieux Port, repleto de terrazas y restaurantes, y el centro histórico custodiado por la Porte de la Grosse Horloge, otra imponente torre medieval que comunica ambas zonas.

El centro histórico concentra la mayor parte de los monumentos y museos de la ciudad, además de su actividad comercial y de ocio. Antiguas casas con entramados de madera se mezclan con elegantes palacios renacentistas en sus calles con arcadas y soportales.

El viejo mercado cubierto ofrece productos típicos de la región y platos preparados al más puro estilo francés. En sus callejuelas adyacentes encontraremos restaurantes y crêperies donde poder hacer una pausa antes de seguir visitando la ciudad, muchos de ellos recomendados por diferentes guías turísticas. Un buen lugar es La Rose des Vins en la rue des Cloutiers, frecuentado por ejecutivos y con un servicio muy atento.

Siguiendo la ruta que recomienda la oficina de turismo de La Rochelle llegamos a la Esplanade de Saint Jean d’Acre y un poco más al oeste la playa. Aprovechamos la buena tarde que se ha quedado, antes de que la marea empiece a subir, para recoger conchas de la arena y para que Scott corretee un poco suelto.

Y antes de volver al camping, un poco de shopping.

La Rochelle

La Rochelle

La Rochelle

 


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